Viajando por la Hoz del Júcar
Invitados expresamente por los Centros de la Mujer, de las localidades de Avileses, Cañadas de San Pedro y Sucina, Mari Carmen y yo (como Cronista Oficial de Sucina), asistimos ayer a una excusión cultural por la comarca de la Hoz del río Júcar, deteniéndonos expresamente en las localidades de Casas Ibáñez, Jorquera y Alcalá del Júcar.
La salida la hicimos el sábado 28 de noviembre, aproximadamente a las siete y media de la mañana, en dos autocares de la empresa Ríos; y nos dirigimos en dirección a la localidad albaceteña de Casas Ibáñez, donde arribamos cerca ya de las once horas, después de coger una ruta que considero totalmente equivocada, pues desde Albacete seguimos por la carretera de Ayora, hasta desviarnos a la izquierda en dirección a Tinajeros y Valdeganga; donde nos sorprendió que era día de mercado, y hubimos de recorrer algunas calles con bastante dificultad, para poder tomar una ruta alternativa, de ínfima categoría, que por Bormate y Abengibre nos condujo finalmente a la citada localidad de Casas Ibáñez.
Pero en fin… ya estábamos en nuestra localidad de destino, donde una vez localizado el Hotel “Los Romeros”, tomamos asiento para que nos sirviesen el desayuno. Los 105 expedicionarios, a las gratas “órdenes” de Leonor Gil Jareño, fuimos muy bien atendidos por el señor Romero Cuesta y personal a su servicio, quedando completamente saciados, pues no hubo tasa ni medida para tomar lo que cada uno quisiese, de café, leche, bollería, jamón, embutidos y demás zarandajas alimenticias.
Llenos los estómagos, salimos en dirección a la medieval villa de Jorquera, capital que fue del estado de dicho nombre y que perteneció –lo mismo que Alcalá– durante siglos al Reino de Murcia, donde pudimos ver algunos lienzos de la muralla y una bien reparada torre, posiblemente la del homenaje, conocida como la Torre de doña Blanca.
Seguidamente nos dirigimos a la Iglesia parroquial de Santa María de la Asunción, grandiosa obra de estilo gótico-renacentista,...
No hubo tiempo para mucho más, salvo observar algunas labras heráldicas en edificios principales, y divisar al “otro lado” la ermita o santuario de la denominada Virgen de Cubas, cuya fiesta se celebra el 22 de mayo, y a cuyo lugar se accede tras pasar por encima de un gracioso puente con varios ojos. Sin olvidar reseñar las magníficas vistas del curso del río Júcar que se divisan desde la villa, emprendimos ruta hacia Alcalá del Júcar, bordeando el curso fluvial por la margen derecha, con empinadísimos cortes del terreno que se elevaban verticalmente muchos metros.
Con infinidad de curvas a derecha e izquierda, contemplando bellísimos paisajes y algunas centrales eléctricas, pasamos frente al caserío de La Recueja, sito en la margen izquierda, para detenernos en Alcalá de Júcar.
La vista del casco urbano, con las casas edificadas de forma escalonada, atravesando el cerro muchas de ellas, para asomarse a la otra parte con vistas al cauce fluvial no es fácil describirla, pues es necesario contemplarlo personalmente.
Tras atravesar un puente sobre el Júcar, que dicen de origen romano, pero reconstruido en el siglo XVIII, poco más arriba del río se encuentra la Iglesia parroquial de San Andrés (siglos XVI al XVIII) con un pórtico de entrada neoclásico, y que se encuentra en fase de restauración.
En lo más alto, el Castillo, de origen árabe, aunque con reformas de épocas posteriores, y muy cerca la Ermita de San Lorenzo, obra con orígenes en el s. XVIII. También es de interés, sobre todo por su irregular construcción, la Plaza de Toros.
Lamentándonos del poco tiempo de que dispusimos para saborear todo lo pintoresco que el lugar encierra, abandonamos Alcalá por otra ruta de empinadísimo trazado e innumerables curvas, hasta llegar a las alturas, donde se encuentra el barrio de Las Eras. Desde allí, por una carretera, que en sus aproximadamente 12 kilómetros son una recta, regresamos al Hotel “Los Romeros”.
Allí nos ofrecieron una suculenta comida, a base de ensalada, entremeses, judías con chorizo, gazpacho manchego, jamón y embutidos a la plancha, frutas variadas, café, etc.; y para rematar la faena, un exquisito mancheguito de crema. Para bajar la comida hubo música y bailoteo, aunque la mitad de los expedicionarios volvieron a Alcalá, para terminar de recorrer el casco urbano.
Muy cerca ya de las seis y media de la tarde, iniciamos el regreso a casa, pero esta vez por la ruta correcta, es decir: la carretera de Requena a Albacete, pasando por Fuentealbilla, Golosalvo y Mahora. Una breve parada entre Minateda y Cancarix, para subsanar posibles “urgencias”, y llegada felizmente a Sucina y demás localidades, alrededor de las diez de la noche, donde se obsequió a todas los viajeros con una botella de vino procedente de Casas Ibáñez.
Mencionar finalmente, que entre los miembros que participaron en la actividad, se encontraba la Alcaldesa pedánea de Sucina, Maria José Avilés Olmos. Y… ¡hasta otra!
Etiquetas: Sucina
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