San Antón en Sucina y La Luz

“San Antón saca los viejos del rincón”, dice el refrán popular, y esta vez también se cumplió el conocido dicho, pues hizo un magnífico día, con sol y excelente temperatura.

A primeras horas de la mañana partimos hacia la pedanía de Sucina, con el decidido ánimo de pasar allí la jornada, y al llegar al cruce de Gea y Truyols, en la autovía de San Javier, tomamos el desvío, cosa que hace mucho tiempo no hacíamos debido a diversas obras en ella. La carretera hasta llegar a la estación de Riquelme-Sucina, se encuentra poco más o menos como ya la conocíamos, pero a partir de ese punto, no es posible continuar hasta Sucina, debido a diversas circunstancias, de las que solo es culpable el Ayuntamiento de Murcia, que ha permitido a las urbanizaciones llevar el trazado por donde les ha convenido, y la promesa que hicieron de construir a cambio una buena carretera, tipo autovía, se quedó a medio hacer, tras romper la que había. Ahora, dicen (también la que se comprometieron entre Sucina y Avileses) que no pueden hacerlas debido a la crisis. El Ayuntamiento de la capital ha aceptado la renuncia, y supongo que les ha devuelto la fianza que para ello entregaron. Y los demás hemos quedado engañados por los unos y los otros.

De modo, que al llegar a dichas urbanizaciones, a la altura de Riquelme-Sucina, te obligan a dirigirte por un mal camino en dirección a Avileses, para cuando se llega al cruce que hay próximo a la casa de la Peraleja, tomar allí la carretera antigua que desde Balsicas conduce hasta Sucina. Eso es, una verdadera vergüenza, y máximo ahora que está recién inaugurada la autovía a San Javier, el ver que la tienes “a dos pasos”, y verte obligado a dar un largo rodeo. No me explico cómo los vecinos de Gea y Truyols, y los de Sucina, soportan esta humillante vejación.

Dicho lo cual, añadiremos que pudimos llegar a Sucina, donde a las 12 de la mañana se celebró la santa misa. Concluida la misma, el reverendo cura párroco don Mariano Carretero Gómez, salió al atrio del templo, donde bendijo a una gran cantidad de animales que allí estaba esperando.

También hubo ocasión de adquirir los “rollicos de San Antón”, salidos de las beneméritas y habilidosas manos de algunas mujeres, como las que se pueden contemplar en la ilustración correspondiente.

A medía tarde partimos en dirección a Murcia, para acercarnos un rato al eremitorio de La Luz, donde había un numeroso gentío, dando buena cuenta de las sabrosas viandas y escuchando con deleite la música y bailes protagonizados por algunas cuadrillas, entre las que relumbraba la de las Benditas Ánimas de Patiño, donde contamos con muy buenos amigos.