Artículo de Luis Lisón en "La Opinión"
El diario "La Opinión de Murcia", publica hoy el siguiente artículo:
Como en el montaje han surgido algunos cambios, algunos de los cuales alteran el sentido de lo que queríamos expresar, lo insertamos íntegro a continuación.
La milagrosa imagen de Ntra. Sra. de la Arrixaca
Luis Lisón Hernández
Vicepresidente de la ACORM y Arrixaco
Hace unos días, el
Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma de Murcia, hizo solemne entrega
de la imagen a la parroquia de San Andrés, tras los nueve meses pasados en sus
instalaciones para llevar a cabo la ansiada 'puesta a punto'.
Con el meticuloso
proceso se han conocido algunos aspectos novedosos de la escultura, entre los
cuales nos ha llamado la atención el de haber sido tallada en madera de nogal,
pues hasta ahora se decía que era de albaricoquero o peretero.
A lo largo de su
dilatada existencia, son numerosos los sucesos de tipo milagroso que se le han
atribuido, algunos de los cuales son leyendas que el vulgo fue trasmitiendo de
generación en generación. Asimismo Alfonso
X el Sabio en su cantiga 169 narra algunos hechos de este tipo, que son
bastante conocidos.
Pero los más verosímiles
son los recogido por el presbítero don José
Villalva y Córcoles, pues cuando los escribe –1725-1730–, no hace muy años
que tales milagros sucedieron, y están presentes en la memoria de las gentes, y
aún en la del propio autor del manuscrito. Se añade a ello, la precisión de las
fechas que cita, e incluso el nombre y apellido de los protagonistas.
Cronológicamente, del
más antiguo al más reciente, el primero se remonta al 21 de abril de 1684,
cuando al retornar la imagen al Convento de San Agustín, uno los sacerdotes que
portaban las andas, llamado don Diego Muñoz
Corbalán, sufrió un vómito de sangre que le puso a las puertas de la
muerte. Llevado a la sacristía de la iglesia conventual, se encomendó a la
Virgen, y le ofreció pintar un cuadro si lo salvaba. En pocos minutos quedó
completamente libre de su enfermedad, y no mucho después cumplida la pictórica
ofrenda.
Tres años después, en 1687, cierto sujeto robó
las joyas de la imagen, y huyó con ellas. Enterada la comunidad agustina a la
mañana siguiente, salieron los frailes en diferentes direcciones para tratar de
localizar al autor del sacrílego hurto. Uno de ellos, fray Francisco Cardona, Procurador del convento, fue por la puerta de
Castilla en dirección a Molina. Al pasar por cierto lugar escuchó una voz que
lo llamaba por su nombre, y localizó al ladrón, que arrodillándose a sus pies
le entregó las joyas, asegurándole a la vez, 'que mucho tiempo había
caminado por aquel paraje sin acertar a salir de él, de lo que se hallaba
confuso y turbado'.
A principios de abril de 1693, una tarde, se
movió un aire huracanado que amenazaba derribar todos los edificios. Durante
aquella tarde y noche quedaron arruinadas diversas casas, llegando el huracán
hasta el mismo camarín de la Arrixaca, y con violencia abrió las puertas y
arrebató de él a la Virgen y sus andas, y llevándolo todo por el aire, sin
dañar el altar donde estaba colocado el Santísimo Sacramente, lo colocó en el
suelo y centro de la capilla sin daño alguno, pese a la considerable altura de
su emplazamiento.
En el año 1695, a principios de marzo, llevaron
a la Arrixaca hasta la Catedral en rogativa, por la gran sequía que asolaba los
campos de Murcia, Lorca y Cartagena. Allí estuvo durante dos meses sin que
lloviese una sola vez, pero ocurriendo el hecho milagroso de que cada mañana
caía un rocío muy abundante, que salvó las cosechas y dio grandes frutos.
Estando preparando la comunidad agustina el
Monumento para la Semana Santa del año 1708, ocurrió que dos novicios llamados
fray José Vargas y fray Francisco López, cuando se hallaban
sobre una escalera, apoyada a su vez sobre una mesa, todo se rompió y vino a
tierra, quedando uno de ellos asido al clavo que acaba de poner en lo alto de
la pared, y el otro cogido a las piernas del primero. En tal trance, y a
gritos, se encomendaron a la Arrixaca, y quiso la providencia divina que
aguantasen así hasta que traída otra escalera fueron recogidos sanos y salvos.
Finalmente, en el año 1713, salió fray José Valera a recoger limosnas por el
Campo de Murcia, y llegando a la heredad de Bartolomé del Baño, solicitó la
caridad de este, quien lamentó no poder darle nada, ya que no se había
cosechado trigo alguno, y tan solo 32 fanegas de cebada, que tenía recogidas en
la era para entregarlas a un sujeto al que se las debía. Así despidió al
fraile, pero como este insistiera, y le aseguró que la Virgen de la Arrixaca
le multiplicaría el grano, le dio dos celemines y medio. Cuando aquel
deudor apareció a cobrar su deuda, medida la cebada resultaron estar las 32
fanegas, y aún multiplicados los dos celemines y medio que había dado en
limosna.
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