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jueves, 16 de julio de 2020

Por el Cega Ciego, de la mano de Apuleyo Soto Pajares

Parte de esta semana la he dedicado a viajar, de la mano de Apuleyo Soto, por el itinerario que sigue el río Cega desde su nacimiento, en las faldas del Pico del Nevero, en la mismísima Sierra de Guadarrama, hasta fenecer exhausto en el Duero. Tras 149 kilómetros de recorrido total.
Dentro de unos días, el 25 de julio, estará lista la edición de un cuidado libro, en el que mi singular amigo, y compañero cronista, narra con exquisitez su recorrido por todo el discurrir del cauce fluvial, y las visitas a la gran mayoría de los pueblos que a ambas riberas se encuentran. Unos bien poblados, pero otros con escaso vecindario; cuando no son solo los restos de edificios lo que queda en pie de ellos.
Leer a Apuleyo es una delicia, pues su vocabulario es amplio y florido, y no se conforma con narrarnos lo que ve y siente, sino que lo acompaña de las consejas, dichos y leyendas que le cuentan muchos de aquellos moradores pueblerinos, y que para no perder detalle ha grabado previsoramente con una cassette que porta ex profeso.
La gastronomía y bebidas de la zona, quedan anotadas en las páginas escritas, y con atinadas observaciones tras hacer las oportunas catas, no siempre frugales.
Para mayor fidelidad en el objetivo, cada etapa del viaje ha sido preparada con antelación, minuciosamente, contando con los mejores especialistas; casi todos ellos ya conocidos de anteriores andanzas. Algunos de los cuales, como no podía ser menos, cronistas oficiales de aquellas villas.
Hemos conocido, de su mano, iglesias, ermitas, molinos, martinetes, puentes, presas, pinares, alamedas, flora y fauna, restaurantes, casas rurales, castillos, fiestas populares y un sinfín de anécdotas y personajes populares, del presente y del pasado.
El Cega tiene un recorrido intricando y difícil, y el curso a veces desaparece por terrenos enfangados o arenosos, de lo que Soto Pajares pueda dar buena fe, ya que en algunas ocasiones, su coche quedó varado sin posibilidades de poder reemprender la marcha sin ayuda apropiada. E incluso pudo comprobar que con la asistencia, la puesta a flote se complicó en exceso.
El libro se lee muy bien, incluso por etapas, ya que los capítulos no son excesivamente largos, y su estructura permite descansar a nuestro antojo. Y desde luego, son muchas las cosas que se aprenden con la lectura. Yo, en ocasiones, me he visto impulsado a buscar material complementario, y por medio de fotos y vídeos, completar el conocimiento del tema tratado.
El Cega Ciego es un libro que recomiendo, muy particularmente en esta época estival, con unas 230 páginas, que intercalan con frecuencia poesías propias y ajenas. De su tirada se ha encargado OPORTET Editores, que cuida con mimo una selecta serie de títulos.