La guerra de Israel, según la impresión del misionero Fernando Bermúdez López
Nuestro querido amigo el misionero Fernando Bermúdez López, galardonado en diciembre del 2005 con la medalla de la “Orden Monseñor Juan José Gerardi Conedera”, nos envía desde Guatemala sus impresiones personales sobre el conflicto que se vive en Oriente Medio. Impresiones que, con sumo gusto, queremos trasladar a todos nuestros lectores.
En la imagen: Fernando (con diversas publicaciones de Luis Lisón) y su esposa, el pasado diciembre en Alguazas.
"LA GUERRA DE ISRAEL
Dada la repercusión que esta guerra tiene en Guatemala y en el mundo entero, creemos necesario presentar una breve reflexión sobre la misma.
En primer lugar, el actual estado de Israel nada tiene que ver con el Israel bíblico. El antiguo Israel era el pueblo elegido por Dios desde Abraham, porque de él saldría el Salvador del mundo: Jesucristo. Sin embargo, cuando vino Jesucristo, Israel no lo reconoció, más bien lo asesinó clavándolo en la cruz. Por eso dice el evangelio de Juan que “vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron”.
Así pues, desde ese momento, Israel dejó de ser el pueblo de Dios, pueblo elegido, como señala el apóstol Pablo en las cartas a los romanos y a los gálatas. Hoy el nuevo pueblo de Dios lo conforman todos los que creen y siguen a Cristo Jesús, como señala el apóstol Pedro en su segunda carta: “Ustedes son una raza elegida…, nación consagrada, el pueblo que Dios eligió”. Es decir, el pueblo de Dios es la Iglesia universal, integrada por hombres y mujeres de todos los pueblos, razas, lenguas, culturas y naciones.
No obstante, la actual nación de Israel, aunque haya dejado de ser “pueblo elegido” tiene derecho a vivir en libertad en una tierra, pues durante 19 siglos los judíos han vivido dispersos, sin nación. Han sufrido el holocausto de los nazis en donde fueron sacrificados cinco millones de judíos. Pero este derecho no le da autoridad para reprimir a los habitantes autóctonos de Palestina, en donde soy testigo de haber visto ciudades y pueblos palestinos cercados por muros de alambradas con púas, convertidos en cárceles, con escasez de agua y alimentos, viviendo como extranjeros en su propia tierra y que cuando exigen sus derechos se los asesinan. Tampoco tiene Israel autoridad para invadir naciones con el pretexto de combatir a los grupos islámicos rebeldes, como recientemente lo ha hecho con el Líbano, un país pacífico y culto, en donde los israelíes han bombardeado y destruido sus aeropuertos, carreteras, puentes y numerosas poblaciones, provocando centenares de víctimas inocentes. ¿Con qué autoridad Israel, apoyado por Estados Unidos, invade y destruye a un país libre y soberano?
Las personas y pueblos amantes de la vida, la paz y el derecho no podemos permanecer indiferentes ante esta criminal agresión de Israel contra poblaciones civiles. Es por eso que es una exigencia ética condenar toda acción terrorista, sea perpetrada por los grupos de resistencia islámica o por lo estados.
La fuerza de las armas no es el camino para la resolución de conflictos porque genera más odio y resentimientos y contribuye a la creación de una espiral de violencia. Sólo el diálogo y la negociación son el camino para la búsqueda de la justicia y la paz. Lamentamos que Israel se cierre al diálogo y que incluso haya dado muerte en el Líbano a cinco observadores de Naciones Unidas.
Afirmamos con el Nuncio Apostólico en Guatemala: ”Los libaneses tienen derecho a que se respete la integridad y la soberanía de su país, los israelíes tienen derecho a vivir en paz en su Estado, y los palestinos tienen derecho a una Patria libre y soberana” (21.7.2006).
Fernando Bermúdez"
En la imagen: Fernando (con diversas publicaciones de Luis Lisón) y su esposa, el pasado diciembre en Alguazas.
"LA GUERRA DE ISRAEL
Dada la repercusión que esta guerra tiene en Guatemala y en el mundo entero, creemos necesario presentar una breve reflexión sobre la misma.
En primer lugar, el actual estado de Israel nada tiene que ver con el Israel bíblico. El antiguo Israel era el pueblo elegido por Dios desde Abraham, porque de él saldría el Salvador del mundo: Jesucristo. Sin embargo, cuando vino Jesucristo, Israel no lo reconoció, más bien lo asesinó clavándolo en la cruz. Por eso dice el evangelio de Juan que “vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron”.
Así pues, desde ese momento, Israel dejó de ser el pueblo de Dios, pueblo elegido, como señala el apóstol Pablo en las cartas a los romanos y a los gálatas. Hoy el nuevo pueblo de Dios lo conforman todos los que creen y siguen a Cristo Jesús, como señala el apóstol Pedro en su segunda carta: “Ustedes son una raza elegida…, nación consagrada, el pueblo que Dios eligió”. Es decir, el pueblo de Dios es la Iglesia universal, integrada por hombres y mujeres de todos los pueblos, razas, lenguas, culturas y naciones.
No obstante, la actual nación de Israel, aunque haya dejado de ser “pueblo elegido” tiene derecho a vivir en libertad en una tierra, pues durante 19 siglos los judíos han vivido dispersos, sin nación. Han sufrido el holocausto de los nazis en donde fueron sacrificados cinco millones de judíos. Pero este derecho no le da autoridad para reprimir a los habitantes autóctonos de Palestina, en donde soy testigo de haber visto ciudades y pueblos palestinos cercados por muros de alambradas con púas, convertidos en cárceles, con escasez de agua y alimentos, viviendo como extranjeros en su propia tierra y que cuando exigen sus derechos se los asesinan. Tampoco tiene Israel autoridad para invadir naciones con el pretexto de combatir a los grupos islámicos rebeldes, como recientemente lo ha hecho con el Líbano, un país pacífico y culto, en donde los israelíes han bombardeado y destruido sus aeropuertos, carreteras, puentes y numerosas poblaciones, provocando centenares de víctimas inocentes. ¿Con qué autoridad Israel, apoyado por Estados Unidos, invade y destruye a un país libre y soberano?
Las personas y pueblos amantes de la vida, la paz y el derecho no podemos permanecer indiferentes ante esta criminal agresión de Israel contra poblaciones civiles. Es por eso que es una exigencia ética condenar toda acción terrorista, sea perpetrada por los grupos de resistencia islámica o por lo estados.
La fuerza de las armas no es el camino para la resolución de conflictos porque genera más odio y resentimientos y contribuye a la creación de una espiral de violencia. Sólo el diálogo y la negociación son el camino para la búsqueda de la justicia y la paz. Lamentamos que Israel se cierre al diálogo y que incluso haya dado muerte en el Líbano a cinco observadores de Naciones Unidas.
Afirmamos con el Nuncio Apostólico en Guatemala: ”Los libaneses tienen derecho a que se respete la integridad y la soberanía de su país, los israelíes tienen derecho a vivir en paz en su Estado, y los palestinos tienen derecho a una Patria libre y soberana” (21.7.2006).
Fernando Bermúdez"
Etiquetas: Impresiones y sentimientos
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