Entre la ficción y la realidad
El nuevo atentado perpetrado por ETA en la capital de España nos tiene conmocionados desde hace unos días. Era algo que muchos presentíamos que volvería a ocurrir, como la experiencia nos tiene acostumbrados. Pese a las declaraciones triunfalistas del Gobierno, del partido que lo sostiene y de las minorías que lo apoyan. Los posteriores arsenales hallados en Amorebieta y Atxondo, son prueba irrefutable de la candidez del ejecutivo, encerrado en si mismo y sin querer saber lo que opina el ciudadano de la calle. Es más, sosteniendo a capa y espada que los que en las manifestaciones exigen contundencia contra la banda terrorista están equivocados y solo quieren desgastar al Gobierno. Sentencias como la promulgada ayer por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, exonerando a Juan María Atutxa, y a los entonces miembros de la mesa de la Cámara, Gorka Knörr y Kontxi Bilbao, del delito de desobediencia a la orden del Supremo para disolver a Sozialista Abertzaleak, parecen una tomadura de pelo. Una y otra vez, se repiten situaciones en las que la justicia entiende que los políticos pueden hacerlo todo y decir lo que quieran, por el solo hecho de su condición política. El resto de las personas son medidas con otra vara a la hora de juzgar sus actuaciones. El “todo vale” en política se acerca cada vez más al viejo postulado tantas veces repetido de “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”. Es lo que dijo Juan Palomo: “yo me lo guiso, yo me lo como”.
Etiquetas: Impresiones y sentimientos
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