VERDADES COMO PUÑOS
La mafia sindical defiende sus prebendas
"Quienes insultaron, escupieron y agredieron al secretario general de la Presidencia y a un senador autonómico, y quienes después cercaron el domicilio del presidente de la Comunidad no fueron hordas de la famélica legión, sino integrantes de la extraordinariamente subvencionada mafia sindical en la defensa de sus prebendas"
PEDRO MOYA
Ha sido en Murcia donde el Gobierno regional se ha visto obligado a acometer un ajuste presupuestario verdaderamente drástico, y en algunos aspectos doloroso. Y es que a estas alturas es absolutamente necesario e imprescindible reorganizar, racionalizar y adelgazar las Administraciones públicas; entre ellas, por supuesto y de manera especial, las autonómicas. En el caso de la Comunidad de Murcia urge reducir el déficit, no ya porque el Ejecutivo de Zapatero, de nula autoridad moral además de contumazmente injusto con Murcia, le haya instado a ello para permitirle emitir deuda, sino fundamentalmente para propiciar que la sociedad civil tenga menos impedimentos para afrontar la crisis y generar empleo. Porque, no lo olvidemos, el déficit siempre acaba recayendo, y de qué manera, sobre nuestros bolsillos y los de nuestros descendientes.
En ese sentido, es loable que el Gobierno regional murciano haya decidido no imitar a Ejecutivos autonómicos socialistas y rechace subir los impuestos. Qué fácil hubiese sido hacer populismo barato y presentar tal medida como un ajuste de cuentas 'a los ricos'. Pero hubiese resultado absolutamente contraproducente para ese objetivo de liberar de obstáculos a individuos, familias y emprendedores, que son quienes en realidad han de reactivar la economía.
Sin embargo, hay quienes, por mucho que se autocoloquen la etiqueta de “defensores de los trabajadores” no entienden de otro interés general que no coincida con su propio provecho particular. Y, ay, esas medidas extraordinarias contra la crisis incluyen una reducción del 30% en el número de liberados sindicales, quienes, como es sabido, disfrutan del privilegio medieval de cobrar por no trabajar. Eso sí que no. Que se apriete el cinturón, y mucho, el común de los mortales, pero en ningún caso el 'lobby' sindical que hace tantísimo tiempo vive, y muy bien, por cierto, en otra dimensión, por encima del bien y del mal y, por supuesto, de las peores crisis económicas.
Así, pues, quienes insultaron, escupieron y agredieron al secretario general de la Presidencia del Gobierno de Murcia, José Gabriel Ruiz, y al senador autonómico Pedro Manuel Hernández, y quienes después cercaron el domicilio particular del presidente de la Comunidad Autónoma, no fueron hordas de la famélica legión, desesperadas ante la negra perspectiva de quedarse sin pan y pasar hambre, sino integrantes de la extraordinariamente subvencionada mafia sindical en la defensa de sus prebendas. Y de la única manera que ellos saben: a mamporro limpio. Porque ese es precisamente el solo argumento que son capaces de presentar: por nuestros huevos (con perdón), o si no, aténganse a las consecuencias. Proceder propio del hampa, en el que parecen encontrar inspiración semejantes matones.
No contentos con imponer la violencia callejera, y siguiendo la más pura tradición golpista de la izquierda española, esos aprendices de la “kale borroka” pretendieron asaltar la Asamblea Regional e impedir que los representantes elegidos libremente por los murcianos ejercieran su labor parlamentaria. Afortunadamente para la salud de nuestras instituciones democráticas, no consiguieron tan edificantes propósitos.
Tan lamentables hechos, inconcebibles en una democracia mínimamente consolidada, responden a la deplorable táctica de “generar tensión” que parece haber sido definitivamente adoptada por la izquierda murciana en general ante sus, una vez más en Murcia, magrísimas perspectivas electorales. Además, sus militantes y adeptos llevan desde 1993 sin comerse un colín en las urnas, y deben tenerle muchísimas ganas al PP, que no deja de obtener, incluso en cada vez mayor medida, la adhesión electoral de los murcianos.
No por casualidad la nueva candidata socialista a la Comunidad Autónoma, Begoña García Retegui, se hizo ver en la ilegal, vergonzosa e inadmisible concentración de los liberados sindicales frente al domicilio familiar del presidente Valcárcel.
Quizá estén convencidos de que repitiendo las algaradas callejeras y actitudes agresivas y violentas vividas a propósito de la guerra de Irak y del 11-M van a conseguir recortar los cuarenta puntos de ventaja que, según la última encuesta, les lleva el PP. Pero, como entonces en Murcia, el chasco puede ser de órdago.
Pub. en “La Opinión de Murcia”, jueves, 30 de diciembre de 2010.
"Quienes insultaron, escupieron y agredieron al secretario general de la Presidencia y a un senador autonómico, y quienes después cercaron el domicilio del presidente de la Comunidad no fueron hordas de la famélica legión, sino integrantes de la extraordinariamente subvencionada mafia sindical en la defensa de sus prebendas"
PEDRO MOYA
Ha sido en Murcia donde el Gobierno regional se ha visto obligado a acometer un ajuste presupuestario verdaderamente drástico, y en algunos aspectos doloroso. Y es que a estas alturas es absolutamente necesario e imprescindible reorganizar, racionalizar y adelgazar las Administraciones públicas; entre ellas, por supuesto y de manera especial, las autonómicas. En el caso de la Comunidad de Murcia urge reducir el déficit, no ya porque el Ejecutivo de Zapatero, de nula autoridad moral además de contumazmente injusto con Murcia, le haya instado a ello para permitirle emitir deuda, sino fundamentalmente para propiciar que la sociedad civil tenga menos impedimentos para afrontar la crisis y generar empleo. Porque, no lo olvidemos, el déficit siempre acaba recayendo, y de qué manera, sobre nuestros bolsillos y los de nuestros descendientes.
En ese sentido, es loable que el Gobierno regional murciano haya decidido no imitar a Ejecutivos autonómicos socialistas y rechace subir los impuestos. Qué fácil hubiese sido hacer populismo barato y presentar tal medida como un ajuste de cuentas 'a los ricos'. Pero hubiese resultado absolutamente contraproducente para ese objetivo de liberar de obstáculos a individuos, familias y emprendedores, que son quienes en realidad han de reactivar la economía.
Sin embargo, hay quienes, por mucho que se autocoloquen la etiqueta de “defensores de los trabajadores” no entienden de otro interés general que no coincida con su propio provecho particular. Y, ay, esas medidas extraordinarias contra la crisis incluyen una reducción del 30% en el número de liberados sindicales, quienes, como es sabido, disfrutan del privilegio medieval de cobrar por no trabajar. Eso sí que no. Que se apriete el cinturón, y mucho, el común de los mortales, pero en ningún caso el 'lobby' sindical que hace tantísimo tiempo vive, y muy bien, por cierto, en otra dimensión, por encima del bien y del mal y, por supuesto, de las peores crisis económicas.
Así, pues, quienes insultaron, escupieron y agredieron al secretario general de la Presidencia del Gobierno de Murcia, José Gabriel Ruiz, y al senador autonómico Pedro Manuel Hernández, y quienes después cercaron el domicilio particular del presidente de la Comunidad Autónoma, no fueron hordas de la famélica legión, desesperadas ante la negra perspectiva de quedarse sin pan y pasar hambre, sino integrantes de la extraordinariamente subvencionada mafia sindical en la defensa de sus prebendas. Y de la única manera que ellos saben: a mamporro limpio. Porque ese es precisamente el solo argumento que son capaces de presentar: por nuestros huevos (con perdón), o si no, aténganse a las consecuencias. Proceder propio del hampa, en el que parecen encontrar inspiración semejantes matones.
No contentos con imponer la violencia callejera, y siguiendo la más pura tradición golpista de la izquierda española, esos aprendices de la “kale borroka” pretendieron asaltar la Asamblea Regional e impedir que los representantes elegidos libremente por los murcianos ejercieran su labor parlamentaria. Afortunadamente para la salud de nuestras instituciones democráticas, no consiguieron tan edificantes propósitos.
Tan lamentables hechos, inconcebibles en una democracia mínimamente consolidada, responden a la deplorable táctica de “generar tensión” que parece haber sido definitivamente adoptada por la izquierda murciana en general ante sus, una vez más en Murcia, magrísimas perspectivas electorales. Además, sus militantes y adeptos llevan desde 1993 sin comerse un colín en las urnas, y deben tenerle muchísimas ganas al PP, que no deja de obtener, incluso en cada vez mayor medida, la adhesión electoral de los murcianos.
No por casualidad la nueva candidata socialista a la Comunidad Autónoma, Begoña García Retegui, se hizo ver en la ilegal, vergonzosa e inadmisible concentración de los liberados sindicales frente al domicilio familiar del presidente Valcárcel.
Quizá estén convencidos de que repitiendo las algaradas callejeras y actitudes agresivas y violentas vividas a propósito de la guerra de Irak y del 11-M van a conseguir recortar los cuarenta puntos de ventaja que, según la última encuesta, les lleva el PP. Pero, como entonces en Murcia, el chasco puede ser de órdago.
Pub. en “La Opinión de Murcia”, jueves, 30 de diciembre de 2010.
Etiquetas: Impresiones y sentimientos
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