XXXVII Congreso de la RAECO en Valencia
Diversas ocupaciones de cierta urgencia, entre ellas el Congreso Regional de la ACORM del pasado fin de semana, nos han impedido hasta hoy acabar de redactar una breve reseña de lo acontecido durante el XXXVII Congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, que ha tenido lugar en la capital del Turia durante los días 14, 15 y 16 de Octubre.
Jueves, día 13
Ansiosos de disfrutar de aquella bella ciudad, partimos hacia Valencia en las primeras horas de la mañana del jueves, día 13, y tras un breve y agradable viaje vía Elche, Villena y Fuente la Higuera, a las 13 horas ya estábamos alojados en un céntrico hotel de la calle Correos; desde cuya habitación podíamos divisar parte de la plaza del Ayuntamiento y de la fachada de las Casas Consistoriales.
Poco después, y supuesto que era pronto aún para tomar el almuerzo, Mari Carmen y yo salimos a dar un paseo por algunas calles céntricas, iniciando la marcha por la citada plaza, donde estuvimos en Marzo de 1970 con ocasión de nuestro viaje de novios. En esta ocasión no había mascletá, pero aún recordábamos la de entonces.
Tras detenernos unos momentos en la Librería Municipal, y recoger un plano en la Oficina de Turismo situada en la misma plaza, procedimos a ojear diversas tiendas y algunos lugares donde podríamos comer para, seguidamente, continuar por la calle de María Cristina hasta el final de la misma, pasando por frente a la Plaza del Mercado y la Iglesia de los Santos Juanes. Al regreso entramos al mercado, y quedamos maravillados de la limpieza y multitud de puestos, pero dado que cerraba a las 14:30 y faltaban pocos minutos, muchos puestos ya estaban cerrados o en vías de hacerlo.
Tras la comida, un rato de siesta, y de nuevo a la calle. Tras situar la ubicación del Hotel Astoria Palace, lugar desde donde se iniciarían la mayoría de salidas previstas, regresamos por la calle de las Barcas para, posteriormente, pasear por la de don Juan de Austria, muy animada y con numerosos comercios. De allí, por Cristóbal Colón hasta la Puerta del Mar, y seguidamente por la calle de la Paz acercarnos a la Plaza de la Reina. Una vez allí visita obligada a la Catedral y a la cercana Basílica de los Desamparados, donde está la patrona de los valencianos.
Decidimos entonces callejear por el barrio viejo a través de calles menos usuales, y después de contemplar la fachada del Palacio Arzobispal, fuimos a dar con la iglesia de San Juan del Hospital, que nos gustó mucho por su antigüedad y los tesoros que en ella se guardan. Tras este grato recorrido regresamos a la Plaza del Ayuntamiento por diversas calles cuyos nombres no recordamos.
Descansamos unos minutos, y regresamos a las calles, para un recorrido nocturno y cenar. Había mucha animación y daba gusto pasear, gracias a una temperatura excelente. Nos agradó la limpieza de las calles y el no ver perros por ellas, en claro contraste con los que ocurre en Murcia, donde debe haber el mayor censo de España; con el consiguiente deterioro que ello supone. No recuerdo el lugar donde cenamos, pero para comer en Valencia no hay problema. Múltiples lugares, buenos y variados menús, y precio que pueden oscilar entre los 8 y los 12 euros, incluidos dos platos a elegir, pan, bebida, postre e incluso, en algunos lugares, café o infusión.
Tras un último paseo para “bajar la cena”, regresamos al hotel para disfrutar de un necesario descanso. Como la habitación estaba situada al final de un pasillo, y lejos de ascensor y escalera, la tranquilidad fue prácticamente absoluta.
Viernes, día 14
En la mañana del viernes, tras asearnos, bajamos a tomar el desayuno en las instalaciones del mismo hotel. Poco después, iniciamos un largo recorrido que por el paseo de Ruzafa nos llevó al principio de la calle Cristóbal Colón y a la Plaza de Toros. Quería yo visualizar el recorrido de salida de Valencia, para nuestro regreso en la tarde del domingo, y por ello, bordeando dicha plaza, por la calle Xátiva, fuimos hasta la calle Alicante, que sería obligada para nuestra ruta. Allí mismo está la Estación del Norte y penetramos en su interior para visitarla. Los trenes entraban y salían sin solución de continuidad.
De nuevo en la calle de Játiva, tras pasar por la iglesia de San Agustín continuamos por la calle Ángel Guimerá, hasta el cruce de la calle del Hospital, donde se encuentra la antiquísima ermita de San Lucía, que ha quedado en parte sepultada, por lo que para acceder a ella hay que bajar unos cuantos peldaños. Admiramos su interior, retablo y demás imágenes; y de nuevo en la citada calle continuamos hasta la Biblioteca Pública Provincial, instalada en lo que fue Crucero del antiguo Hospital de Valencia, donde penetramos para admirar su hermoso interior con abundantes columnas. Al salir, junto a ella, está el edificio del Arte Mayor de la Seda, que vimos exteriormente, para continuar hasta la avenida del barón de Cárcer, que atravesamos, para dirigirnos a la calle del músico Peydró, donde Mari Carmen visitó varios comercios de joyería, en busca de los obligados recuerdos y regalos para la vuelta. Mientras ella se ocupaba en tales menesteres, aprovechó el Cronista para descansar en la plaza de la Merced, donde existen unos amplios bancos de piedra.
Acabada esta tarea, por la aledaña calle de las Calabazas, regresamos de nuevo a la Plaza del Mercado, penetrando en su interior y visitando diversas secciones, entre ellas la pescadería, que nos dejó admirados por la cantidad de puestos, cantidad y variedad de pescados y mariscos y, por que no decirlo, buenos precios. Como no era ocasión de adquirir nada de este género, solo mirar, en otras casetas adquirimos varios productos un tanto exóticos para nosotros, sin que pudiesen faltar las clásicas chufas de Alboraya.
Salimos por la puerta principal de acceso, que da a la calle María Cristina, y camino de regreso al hotel ojeamos algunos lugares donde poder comer, eligiendo finalmente uno en la calle Barcelonina. Dejamos las compras en nuestra habitación, y poco después regresamos al citado establecimiento, previamente elegido, donde comimos muy bien, abundante y barato. Naturalmente, tras la larga caminata y abundante comida, se hizo preciso echar un rato de siesta.
A las cinco y cuarto nos dirigimos al Ayuntamiento, donde estaba previsto recibir las acreditaciones y demás documentación del Congreso para, a las seis, asistir a la sesión inaugural. Allí dio comienzo el agradable momento de saludar a viejos conocidos y amigos, llegados desde múltiples lugares de España, incluidas los archipiélagos balear y canario. Como es costumbre, repartimos obsequios, que suelen ser libros, y como cargar con los que recogimos podía ser un estorbo para el resto de la tarde, en un momento los deposité en la habitación del hotel, aunque más tarde se producirían nuevas entregas.
En algunas dependencias del Ayuntamiento está instalado el Museo Municipal, cuyas instalaciones recorrimos guiados por un atento funcionario. Como había variedad de objetos conservados, cada uno se detuvo especialmente en los de su interés, que en mi caso fueron las diversas banderas de distintas épocas, algunas de ellas gremiales. También nos llamó la atención un relicario, que tenía en el centro la Cruz de Caravaca.
Acabado el recorrido por el Museo, los congresistas, acompañantes e invitados pasamos al Salón de Plenos, donde tuvo lugar el acto de apertura, a cargo de Alfonso Grau Alonso (Vicealcalde y primer Teniente de Alcalde), por obligada ausencia de la alcaldesa, Rita Barberá. Tras los protocolarios discursos de Francisco de Paula Momblanch García (en nombre de la organización del Congreso) y de Joaquín Criado Costa (Presidente de la RAECO), se impuso la medalla corporativa a los afiliados que han causado alta desde el último congreso, y a algunos que ya la tenían impuesta anteriormente, pero que han adquirido la de nuevo diseño, que por ser de plata con baño de oro, diversos medios han recogido erróneamente, o en tono jocoso, que se les impuso la medalla de oro de la RAECO.
Allí mismo se leyó la ponencia inaugural, “Valencia esplendor Mediterráneo”, que estuvo a cargo de don Ricardo Bellveser, Director de la Institución Alfonso el Magnánimo, causando sensación las alusiones que hizo respecto a la desaparición del antiguo Palacio Real, llamado popularmente “el de las trescientas llaves”, por las puertas que tenía.
Terminada la brillante disertación, los congresistas pasamos al Salón de Cristal, donde los cronistas entregaron los obsequios que portaban a uno de los regidores, a la vez que fueron correspondidos con la entrega de una bolsa conteniendo diversas publicaciones. Finalmente se sirvió un “discreto” aperitivo.
Más tarde, mientras algunos recorrían la ciudad por su cuenta, o se disponían a cenar, a las 22:30 un grupo de unas veinticinco personas iniciaron un recorrido nocturno por el centro histórico, que dio comienzo con la visita exterior a la Plaza de Toros y Estación Norte, y continuó por otros lugares de interés. Cuando finalizó el recorrido, cerca de las dos de la madrugada, nosotros dormíamos plácidamente.
Sábado, día 15
Convocados a las nueve de la mañana para celebrar la Asamblea General de la RAECO (en segunda convocatoria), a las 8:45 partimos un numeroso grupo desde la puerta del Hotel Astoria Palace para dirigirnos hacia el Museo de la Ciudad, en cuyo Salón de Actos debía celebrarse la reunión. Mientras, los acompañantes visitaron dicho Mueso de la Ciudad, el Almudín y la Cripta-Cárcel de San Vicente Mártir.
En la Asamblea General, que tuvo como novedades, quedar desierto el lugar donde debe celebrarse el próximo Congreso (se dejó para que la Junta Directiva resuelva) y el anuncio por parte de Joaquín Criado de que durante la celebración del siguiente Congreso presentará la dimisión como Presidente.
Tras la Asamblea, tuvo lugar la “Primera sesión de trabajo”, en la que se leyeron la mayor parte de las comunicaciones sobre temas relacionados con Valencia. Una de ellas fue la que habíamos presentado, bajo el título La impagable y ejemplar labor de la Asociación de Genealogía «Raíces Reino de Valencia», dando cuenta de los orígenes, desarrollo, actualidad e importancia que ha adquirido dicha Asociación –pese a su juventud–, no solo en el ámbito de la Comunidad Valenciana, sino que su labor se ha extendido a otras regiones de España y muchos países extranjeros.
Terminada la primera sesión de trabajo, salimos todos hacia las Torres de Serranos (a cuyos pies se encontraba dando un singular mitin Rosa Díez, principal representante del partido político UPyD). Tras recibir algunas explicaciones sobre el monumento, montamos en los tres autobuses que al efecto allí nos estaban esperando, para dirigirnos, dando un amplio paseo, hasta lo que fue monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes, que en tiempos fundaran el Duque de Calabria y su esposa Germana de Foix, y tras la Desamortización quedó abandonado y ha sido utilizado para diversos menesteres, entre ellos el de cárcel. Actualmente sirve de sede para la biblioteca valenciana “Nicolau Primitiu”.
Una vez visitadas parte de las instalaciones, en grupos reducidos, abandonamos el lugar para dirigirnos hacia la Albufera, donde estaba previsto celebrar el almuerzo en un restaurante de El Palmar. Aposentados en diversas mesas dimos buena cuenta de los sabrosos aperitivos y entremeses que nos sirvieron, aunque el plato principal, paella con algunos calamares sin más, dejaba mucho que desear; y en mal lugar la fama que la paella tiene en aquella tierra. De buena gana lo habría cambiado por un arroz y conejo de nuestra tierra murciana, con caracoles y sus trozos de pimiento morrón; o por un arroz con marisco.
A toda prisa, con el último bocado en la boca, partimos hacia uno de los embarcaderos, y tal fue la prisa que nos dieron, y las ganas que Milagros Domínguez tenía de montar en barca, que Juan Gómez Díaz, su esposo, Cronista Oficial de Lillo (Toledo), dejó abandonada la chaqueta en el restaurante. Las barcas fueron saliendo una a una conforme se llenaban (entre 20 y 30 pasajeros), y aunque Mari Carmen y yo no pensábamos embarcarnos, en la tercera expedición ella se decidió a subir y ocupamos sendos lugares. Fue un agradable paseo por aquel precioso lago, contemplando bellos paisajes y la peculiar fauna que allí habita.
Al regreso, casi una hora más tarde, nos dejó el barquero muy cerca de donde estaban los autobuses, que habían estacionado a considerable distancia del restaurante. Allí estaban Milagros y Juan, quienes recogieron con alegría de nuestras manos, aquella chaqueta que ya daban por perdida.
De vuelta a Valencia, nos dirigimos a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde efectuamos un recorrido por fuera de algunos pabellones (el tiempo no daba sino para plasmar algunas instantáneas), y de allí a la sede de la Fundación Bancaja, donde tuvo lugar la segunda sesión de trabajo, y para poder leer todas las comunicaciones los ponentes se dividieron en dos grupos en distintas salas, aunque algunos de ellos se metieron equivocadamente en sitio no apropiado para tales lecturas.
Como estaba programada para acompañantes una visita guiada a la exposición que en tales días albergaba la Fundación, y más tarde otra al Palacio de Cervelló, en un momento determinado me dirigí hacia dicho edificio que en tiempos fue residencia Real, pues en él se alberga el Archivo Histórico Municipal. Fondos que nunca había visitado, y que un experimentado investigador como yo no podía dejar de conocer, aunque someramente. La misma idea tuvo nuestro amigo Vidal Muñoz Garrido, Cronista Oficial de Teruel, y ambos compartimos unos momentos agradables contemplando diversos incunables y otros materiales allí depositados.
Al salir de allí, una sirena sonaba insistentemente, pero no era nada de cuidada sino que los policías compañeros festejaban de esa manera el enlace matrimonial de unos de ellos, que acababa de celebrarse en la iglesia del Convento de Santo Domingo, situada enfrente del Palacio de Cervelló.
Por no estar presente (a causa de dicha visita al Archivo) en el momento en que se dio por finalizada la lectura de comunicaciones, al montar en el autobús, me enteré que habían repartido una bolsa en la Fundación conteniendo, entre otras cosas, el libro Expulsión de los moriscos del Reino de Valencia, de García Rosell, Carles Y Gimeno. Tema de mi interés desde hace tiempo, sobre todo lo relacionado con los moriscos del Reino de Murcia. Al darse cuenta de mi decepción, Carmen la esposa de Antonio Linage Conde, Cronista Oficial de Sepúlveda, me dijo:
- ¡Ve a por él, que Francisco Momblanch ha marchado ahora mismo a por uno para mi marido!
Bajé a toda prisa del autobús, y ya en el edificio localicé a Paco, que se disponía a subir por las escaleras. Afortunadamente, en la primera planta quedaba un empleado de Bancaja recogiendo las cosas, quien, a nuestro ruego, nos sacó sendas bolsas de las que habían sobrado.
Una vez todos en los autobuses, partimos hacia la sede del Museo de Historia de Valencia, cuyas instalaciones –que anteriormente sirvieron de depósito para albergar las aguas potables que abastecían la ciudad–, visitamos muy someramente, dada la gran cantidad de cosas que allí se conservan.
Tras esta visita guiada, nos condujeron hasta las Torres de Serranos, para desde allí, en un recorrido a pie, dirigirnos al Palacio de Forcalló, sede del Consejo Valenciano de Cultura, donde nos obsequiaron con un espléndido “Vino de honor”, y una bolsa con varias de sus publicaciones. Al salir del Consejo, los autobuses nos llevaron hasta la calle del Poeta Querol, a la altura de Astoria Palace. Como estábamos cansados y el día no daba para más, regresamos a los respectivos hoteles. Nosotros, antes, dejamos las bolsas en el maletero del coche, aligerando la carga para el día siguiente.
Domingo, día 16
El tercer día del Congreso hubo que madrugar nuevamente, pues tras el necesario aseo, desayuno y demás, nos esperaban en la Catedral a las 8:45 para visitar la capilla donde se custodia el Cáliz de la Última Cena del Señor. Ya conocía yo dicha Capilla, pues el 17 de Octubre del 2008, asistí en representación de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia, a la XXVII Asamblea de Cronistas Oficiales del Reino de Valencia, y la misa se celebró en ella.
Un sacerdote representante de la Catedral (cuyo nombre lamento no recordar), amablemente nos dio toda clase de explicaciones, conduciéndonos posteriormente por el museo catedralicio y el propio templo, hasta el momento en que nos trasladamos a la cercana Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, donde escuchamos a las 9:30 horas la Santa Misa, oficiada por uno de los Cronistas.
Finalizada la visita a las diversas dependencias de la Basílica, nos trasladamos hasta el exterior del Palau de la Generalitat, sede del Parlamento de la Comunidad Valenciana. Y desde allí, al monumental edificio de la Lonja, donde, en dos grupos, recibimos toda clase de explicaciones al recorrer sus diversas dependencias.
Cargados con más publicaciones, nos dirigimos a un lugar que tenía mucho interés en conocer (ya que en él se conserva un valioso archivo, incluidos protocolos notariales), el Real Colegio Seminario del Corpus Christi, conocido popularmente como el Patriarca, pues fue fundado por San Juan de Ribera, que había llegado a la ciudad de Valencia en 1569 como Arzobispo de la Diócesis y como Patriarca de Antioquia. Visitamos el Claustro, la Capilla del Sacramento, la Iglesia y otras dependencias, y nos mostraron un video ilustrativo. Lamentablemente no fue posible conocer su museo, biblioteca y archivo.
Junto al edificio se encuentra el de la Universidad, pero no accedimos a él, pues nos dirigimos al Museo Nacional de Cerámica “González Martí”, situado en el precioso Palacio barroco que fue del Marqués de Dos Aguas, donde entramos tras contemplar la preciosa fachada con puerta de alabastro, obra del escultor Ignacio Vergara Gimeno. Allí hay cosas preciosas, sin distinguir entre el continente y el contenido.
Aún nos quedaba que visitar el Ateneo Mercantil, en la misma Plaza del Ayuntamiento, en cuyo salón de actos tuvo lugar la Clausura del Congreso, y donde nos obsequiaron con más publicaciones. Que me apresuré a dejar en el coche, para no ir cargado con ellas a la comida de clausura. Se realizó ésta en el Hotel Astoria Palace, cerca ya de las tres de la tarde.
Aunque los discursos finales, despedidas y demás se prolongaron hasta pasadas las seis, sería poco después de las cinco –sintiendo mucho no poder escuchar la habitual disertación poético-jocosa de nuestro amigo y colega Apuleyo Soto Pajares–, cuando abandonamos el Astoria, marchamos al parking donde estaba nuestro coche, y a las cinco y media en punto emprendimos la ruta de vuelta a casa, a donde llegamos sin incidencia cuando aún no eran las ocho y se estaba haciendo de noche.
La representación murciana al XXXVII Congreso de la RAECO estuvo formada por José Antonio Melgares Guerrero, C. O. de Caravaca de la Cruz, que presentó la comunicación “El escultor valenciano Rafael Pí Belda y su escultura en Caravaca de la Cruz”; Luis Lisón Hernández, C. O. de Alguazas, Ojós y Sucina, que leyó “La impagable y ejemplar labor de la Asociación de Genealogía «Raíces Reino de Valencia»”; y el C. O. de Puerto Lumbreras, Juan Romera Sánchez, con “Valencia y Murcia unidas por el agua”. Lamentablemente, el C. O. de Cehegín, Abraham Ruiz Jiménez, no pudo desplazarse por un lamentable percance ocurrido escasas horas antes de la partida, pese a tener preparada la comunicación “Referencia ceheginero-valenciana del Dr. Mas y Soler”.
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