Crónica del XXXIX Congreso Nacional de la RAECO (III de IV)
27 de Octubre, domingo
Tras una larga noche de deseado y
merecido descanso –aprovechando los sesenta minutos más del cambio horario–, la
mañana dominguera se presentaba con un programa más distendido, y algunos
prepararon las maletas y las llevaron a los coches. Todo ello fue posible ya
que hasta las diez no daba comienzo la Santa Misa en la Concatedral. Allí
estuvimos, puntuales, todos los interesados. En la homilía, y en algún otro
momento del Santo Sacrificio, el oficiante tuvo la atención de mencionar a los
cronistas españoles, y dedicarla por los que habían fallecido durante el último
año, mencionándolos uno a uno.
Después, don José Antonio Fuentes,
Deán de Santa María, nos invitó a visitar el Museo, donde se han recogido
algunos objetos e imágenes, parte de ellos recuperados del Museo del Mono y del
de las Veletas.
Abandonamos el templo, y en la
puerta nos hicimos varias fotos “de familia”, para, seguidamente,
... en la Casa de los Becerra visitar la “Fundación Mercedes Calles – Carlos Ballesteros”,
... en la Casa de los Becerra visitar la “Fundación Mercedes Calles – Carlos Ballesteros”,
... y en
la cripta de la Iglesia de San Francisco Javier, llamada también de la Preciosa
Sangre, el “Centro de Interpretación de la Semana Santa de Cáceres”, que da
acceso también al aljibe más grande de la ciudad, originario del siglo XVIII,
de cuya época data el citado templo y convento de los jesuitas.
Realizadas ambas visitas, en dos
grupos diferentes, regresamos al Hotel NH para efectuar el breve Acto de
Clausura, que tuvo lugar en el llamado Salón de los Cazadores.
Allí se hizo entrega a Francisco Rivero de un diploma en agradecimiento
“por los servicios prestados al Congreso”, ya que ausente el día anterior por
el feliz acontecimiento del bautizo de una nieta, dicha entrega hubo de
aplazarse.
El Presidente mostró su agradecimiento personal, y el de la RAECO, a
todas las personas y organismos que han colaborado para que todo haya resultado
un completo éxito.
Clausurado el XXXIX Congreso,
salimos de aquel salón para pasar al comedor del citado hotel, donde sin
solución de continuidad efectuamos el almuerzo de clausura.
A lo hora de los postres, los tradicionales discursos, sin faltar
algunos poemas dedicados a la ocasión, uno de ellos a cargo de Alberto González
Rodríguez, Cronista de Badajoz, y el tan esperado de Apuleyo Soto Pajares,
cronista de Braojos de la Sierra y La Acebeda, que no dejó indiferente a nadie.
La Directora del Hotel NH Palacio de Oquendo quiso sumarse a la fiesta, y nos
obsequió con un típico dulce cacereño, momento que aprovechó el Presidente de
la RAECO para agradecerle las atenciones recibidas por parte de todo el
personal a su servicio, y hacer entrega de un diploma donde consta nuestro
agradecimiento.
Como se había programado que la comida acabase pronto, para que
pudiesen volver a sus lugares de origen cuantos lo deseasen, muchos se
despidieron allí mismo y marcharon hacia sus destinos.
Otros, sobre
todo los de localidades más distantes, decidimos hacer el regreso con
tranquilidad, y nos quedamos en Cáceres hasta el día siguiente. Mari Carmen y
yo aprovechamos la tarde para visitar diversos lugares de la ciudad, que aún no
habíamos visto, y para efectuar algunas compras. Muy cansados tras la nueva
caminata, y después de repostar los estómagos en uno de los establecimientos
situados en la Plaza Mayor, nos fuimos a la cama.
Etiquetas: Impresiones y sentimientos
<< Home