P. Enrique Torrijos Rubio, SVD (apunte biográfico)
Gracias al P.
Volusiano Calzada Fidalgo, natural de Villafáfila (Zamora), y Vicario
parroquial de San Juan Bautista y San Vicente Mártir, de Zamora, entre otros
cargos, compañero que fue del P. Enrique Torrijos, conocemos los apuntes biográficos
que a continuación les ofrecemos, y de los que se hizo eco en 2001 nuestro
recordado amigo José Almagro Serna. El P. Calzada estuvo presente en la ordenación sacerdotal
de nuestro paisano, y lo conocía bien.
Nos permitimos
reproducir su escrito, para conocimiento general de muchos alguaceños, que
sabemos nos lo agradecerán.
P.
ENRIQUE TORRIJOS, SVD
SACERDOTE
y MISIONERO
¿Quién es el padre
Enrique Torrijos Rubio?
El
P. Enrique Torrijos Rubio SVD, es un sacerdote y misionero que pertenece a la
Congregación de los misioneros del Verbo Divino. Nació en Alguazas (Murcia) el
día 19 de febrero de 1930. Sus padres son Enrique y Nicolasa y es el mayor de
los tres hermanos, Agustín y Jacinto.
Tenía
14 años cuando Enrique ingresa en el colegio Ntra. Sra. de Lourdes de Murcia,
donde cursa sus primeros estudios. Cuando cumple 18 años se alista en la Legión
Extranjera en primer tercio, donde sirve a la patria durante 5 años en
Marruecos. Regresa a España y al poco tiempo emigra a Francia donde trabaja
como peón de albañil y minero en el fondo de las minas. Al cabo de tan solo 3
años regresa a España y de aquí en 1959, emigra a tierras de Brasil. Trabajando
y aprendiendo el portugués, va ganando su sustento y haciéndose frente a la
vida, como auxiliar de cocina, haciendo zanjas para las tuberías en las calles.
Pero emprendedor e inquieto -como es él-, se mete en el mundo del negocio, se
dedica a talar árboles y vende manera. Ya corría el año 1967, cuando este mismo
negocio le llevó hasta el vecino país, Paraguay, al Departamento de Alto
Paraná. Allí se dedica además a la compra y venta de tierras y al negocio del
palmito, en auge por aquella época.
¿Cómo surge su
vocación?
Apareció
por aquel territorio, extenso e inhóspito, el Obispo de la Vicaría del Alto
Paraná, Mons. Francisco Cedizch, -contaba esa zona con una extensión de 14.000 Km.2
con un 90% de selva, pura selva, era 1971- encontró a Enrique, y notando en él
su espíritu de trabajo y preocupación por la gente sin atención pastoral y
espiritual, le encargó a él para que bautizará y les atendiera espiritualmente.
Y él, al mismo tiempo que seguía con su trabajo habitual dedicándose a los
negocios, trataba de cumplir con el encargo encomendado por el Obispo.
Poco
tiempo después, el Obispo manda a algunos misioneros del Verbo Divino para que
explotaran la zona y conocer personalmente la situación espiritual de la gente.
Enrique toma contacto con ellos, pues les hacía de intérprete, ya que conocía
bien el portugués. De ahí le surgió, ante la falta de sacerdotes, la idea de
hacerse él mismo sacerdote y misionero para poder socorrer así a todas las
personas. Y un día, sin más, se dijo "yo me voy", y repartiendo todos
sus bienes entre la gente pobre del lugar, se fue al seminario para hacerse
sacerdote. Ingresa en el seminario de la Encarnación de Barrio Pacú Cuá, y
después de un corto tiempo, le trasladan a la Capital de la República del
Paraguay, Asunción, para poder realizar sus estudios de filosofía y teología en
la Universidad Católica.
Ordenación
Sacerdotal.
En
la explanada de la Catedral de la llamada, entonces, Ciudad Presidente Stroessner,
hoy Ciudad del Este, Mons. Agustín van Aaken, en 1974, ordenó al padre Enrique
Torrijos (foto) como el primer sacerdote de la Diócesis del Alto Paraná, a sus
44 años de edad. Los superiores le dieron su primer destino misional, no podía
ser otro que el lugar donde había nacido su vocación sacerdotal y misionera: el
Departamento (Provincia) de Canindeyú, desmembrado del de Alto Paraná. Allí se
entregó con alma y cuerpo, dando todo de sí y siempre generosamente, como
sacerdote a la pastoral social con los inmigrantes procedentes del nordeste y
sur de Brasil que andaban desperdigados por toda la mencionada inmensa zona.
Al
dedicarse a esa ardua labor entre la gente sin tierra y sin protección ninguna,
ciertos sectores del Gobierno, del presidente del Paraguay, Alfredo Stroessner,
lo acusaron de sacerdote comunista. Pues trabajaba con los comités de
agricultura y comenzó además con una cooperativa agrícola que dirigió por
muchos años. Este trabajo urgía porque los campesinos eran explotados por los
terratenientes. Y estos eran militares, la mayoría de ellos, de alto rango.
Un hospital
"de vida o muerte" para los pobres.
Una
vez que el trabajo de la cooperativa agrícola estaba en marcha y viendo la
penuria de la gente enferma tan pobre, construye, en 1984, el hospital San
Carlos en la municipalidad de la Paloma. En la actualidad está en pleno
funcionamiento y cuenta con 14 habitaciones privadas, 24 camas en la
enfermería, dividida en seis salas, una sala de parto, quirófano, laboratorio,
primeros auxilios y farmacia. Además de cocina y dependencias. Consiguió médico
permanente y enfermeras, como también religiosas que pudieran llevar adelante
esa labor comenzada por él.
Antes
los enfermos tenían que pasar al Brasil y llevarse el dinero en mano para ser
atendidos de cualquier urgencia, o bien viajar 280 Kms. donde estaba el puesto
de salud más próximo. Con este hospital dada posibilidad de atender a los
enfermos graves y menos graves de la zona, por eso lo llamaban "hospital
de vida o muerte". Dice él mismo, que de corazón se sintió obligado a
construir el hospital para los más pobres.
La
construcción la pagó con ayuda de la gente humilde, organizando fiestas y
juegos de bingo y también con algunas donaciones del exterior.
Contemplando
luego el pujante desarrollo de la zona, del Departamento de Canendiyú, donde
anteriormente sólo se escuchaba el rugido que emitían las fieras de la selva,
esta zona había cambiado, y ahora se escuchaba los ruidos de los tractores y de
las máquinas de la agricultura que labraban la tierra fértil. Enrique recibió,
desde entonces, el elogio de todos, particularmente de aquellos que menos lo
apreciaban y hasta lo persiguieron.
De nuevo en su
pueblo
En
1995 el padre E. Torrijos regresa a su patria debido a un accidente, pues su
propio perro le atacó e hirió gravemente. Ahora a sus 70 años descansa por un
tiempo en su pueblo natal de Alguazas, atendiendo espiritualmente la ermita de
Santo Domingo y recuperando fuerzas para un día, pronto, poder volver a su
querida tierra colorada del Paraguay, donde aún tiene su corazón y donde dejó
tantos sudores y buenos amigos, y un trabajo misionero lleno de amor y cariño
por la gente sencilla paraguaya, que tanto le recuerdan.
LOS MISIONEROS DEL
VERBO DIVINO
La
Congregación de los Misioneros del Verbo Divino, a la que el padre Enrique
Torrijos pertenece, fue fundada por el sacerdote alemán Amoldo Janssen en
Holanda. Y la forman en la actualidad casi 6.000 miembros entre sacerdotes y
Hermanos, repartidos en 60 países por todo el mundo.
Estos
misioneros están trabajando en las zonas fronterizas de la sociedad y donde la
lucha por la justicia y la paz se sienten con mayor urgencia.
Prestan
especial atención a la proclamación y difusión de la Palabra de Dios, el
Evangelio.
El
padre Enrique Torrijos es [en el año 2000] uno de los 73 misioneros españoles con que cuenta hoy
dicha Congregación misionera.
V. Calzada Fidalgo SVD
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