LA FAMILIA ALGUACEÑA DE LOS ALMELA
Con ocasión
de una reciente entrada en este blog, me escribía desde Molina de Segura una estimada
comunicante, sobre algunos miembros de esta arraigada familia, que ella
conocía. Concretamente se refería a los hermanos Almela Hernández,
alguno de los cuales fue compañero suyo de estudios en la academia que
regentaba el profesor Antonio Matencio Orts.
Tal
comunicación me ha traído a la memoria a la señora Emilia Fernández González,
esposa de Ramón “el alfalfero”, y madre de un personaje peculiar en Alguazas
que muchos recordamos, llamado Santiago.
Iba yo con
frecuencia a su casa, sin duda por el buen trato y las atenciones que me
dispensaba, y las estrechas relaciones que tenían con mi padre, al que algunas
veces daban trabajo en las tareas de sus tierras. Esa buena relación se
ampliaba en el familiar trato con Francisco Almela Fernández, su
hijastro y sobrino, como hijo de su hermana Amparo, y del citado Ramón, que
falleció en nuestro pueblo a la avanzada edad de 96 años. Otro de los hermanos
era conocido como Pepito “el alfalfero”, que residía en la calle de la
Gacha.
Recuerdo, que
en ocasiones mi madre necesitaba algún conejo para la comida, y a la casa de
Emilia se dirigía para adquirirlo. Allí mismo lo desollaban, y una vez listo lo
traía a casa. Evoco perfectamente aquella mansión, situada en la calle General
Prim, pese a los muchos años transcurridos desde entonces, y como tenía
comunicación directa con el cauce de la acequia Mayor de Alguazas.
También estuve
algunas veces en la finca que tenían en el campo, lindera con el ferrocarril
Murcia-Caravaca, a la que accedíamos por el camino que desde el campo de fútbol
conducía a uno de los Rodeos, tras pasar por cerca de la presa que en el río
Mula se edificó para aportar agua a la acequia de Cotillas.
Aunque tengo realizados muchos estudios genealógicos de familias de Alguazas, nunca
hasta ahora me había ocupado de los Almela, pese a que su presencia en nuestra
villa es antiquísima. Y ha llegado la ocasión de ocuparme un poco de ellos.
Hasta he podido remontarme, sin interrupción, a una docena de generaciones.
Misión
cumplida.

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