El miembro de Lorquí
El municipio de Lorquí, situado en la margen izquierda del río Segura, es uno de los menos estudiados por los historiadores, pese a ese encomiable intento del año 1994, en el que no participamos por motivos de salud, pese a los peticiones que en tal sentido nos hizo por entonces el querido amigo Ricardo.
No faltan documentos que nos hablen del pasado de la villa, pero encauzar el tema de una manera digna requiere de tiempo y predisposición. El motivo no es otro que la gran dispersión en que se encuentran los escritos relacionados con la otrora encomienda santiaguista. Es más, Lorquí fue pueblo de muchos y diversos amos, que usaron de él tan solo para lucrarse, imponiendo sobre sus escasos moradores una especie de concierto muy cercano a la esclavitud. La propiedad del lugar pasaba de unas manos a otras, de venta en venta.
Lindero con Alguazas, aguas de por medio, siempre me interesó saber de su pasado, pues unas veces los papeles tratan de ambos a la vez, y otras contienen tal riqueza de datos que me era imposible dejarlos de lado, pasar de largo sin tomar algunas notas, o, a veces, simples referencias, para una posible posterior pesquisa. Ya en el año 1975 dimos a la prensa un breve trabajo sobre las consecuencias en ella de la riada de San Calixto, por intervenir un miembro de los Dávalos –linaje del que me vengo ocupado desde hace mucho tiempo–, haciéndoles un préstamo que necesitaban con carácter urgente. Posteriormente, dentro de la serie que estamos publicando con el Dr. Montes, nos ocupamos de las barcas y puentes para el cruce hacia y desde Ceutí, aunque muchos siglos antes también se unía con Alguazas a través del puente de Almanzora. Igualmente he hablado de Lorquí en muchas de mis publicaciones.
También sufrió en 1450 la venida del Rey Chico de Granada, que se llevó a los vecinos y destruyó prácticamente el lugar. Con la agravante de que asimismo echó por tierra la memoria histórica, pues destruyó todos los documentos y privilegios de su archivo, y con ellos las escrituras ganadas en Roma tras largo y costoso pleito con los señores Obispo y Cabido de la Iglesia de Cartagena, por la paga de diezmos. Pese a la debacle, en 1468 contaba otra vez con una floreciente aljama compuesta de 35 familias. Cifra importante si la comparamos con las que vivías en los pueblos comarcanos.
En la Edad Media su término jurisdiccional era más amplio de lo que hoy en día conocemos, pues lindaba con Molina, Ricote, Ceutí, Alguaza del Obispo y Archena, cosechándose en él trigo, cebada, panizo, alcandía y arroz. Años más tarde también dieron entrada al cultivo de la morera. En tiempos en que era señoreada por la Orden de Santiago, ésta llevaba anualmente de cada vecino, 24 maravedís, por la suerte de tierras que les donó al venir a avecindarse, incluyéndose en ellos los impuestos llamados cabezaje y asequí. Por cabezaje eran nueve maravedís, y por la suerte 15 maravedís. Más, cada vecino, pagaba asimismo por cada suerte de tierra, dos gallinas, una en san Juan y otra en Navidad. Y satisfacían alfatra, consistente en un celemín de cebada, por cabeza de persona, fuese pequeño o grande.
En tiempos del comendador Juan Cortes (o Cortés), se edificó un molino para el arroz, que se unió a otro ya existente para los cereales. Pero la presencia del comendador era ocasional, y lo que hacía era arrendar todos sus derechos por una cantidad fija, obtenida mediante subasta o pujas. En 1481, dicho arrendamiento le proporcionaba 75.000 maravedís limpios “de polvo y paja”.
En fin, interesante pueblo e interesante historia la del miembro de Lorquí o Cámara del Maestre, de la que prometemos ocuparnos en otras ocasiones.
No faltan documentos que nos hablen del pasado de la villa, pero encauzar el tema de una manera digna requiere de tiempo y predisposición. El motivo no es otro que la gran dispersión en que se encuentran los escritos relacionados con la otrora encomienda santiaguista. Es más, Lorquí fue pueblo de muchos y diversos amos, que usaron de él tan solo para lucrarse, imponiendo sobre sus escasos moradores una especie de concierto muy cercano a la esclavitud. La propiedad del lugar pasaba de unas manos a otras, de venta en venta.
Lindero con Alguazas, aguas de por medio, siempre me interesó saber de su pasado, pues unas veces los papeles tratan de ambos a la vez, y otras contienen tal riqueza de datos que me era imposible dejarlos de lado, pasar de largo sin tomar algunas notas, o, a veces, simples referencias, para una posible posterior pesquisa. Ya en el año 1975 dimos a la prensa un breve trabajo sobre las consecuencias en ella de la riada de San Calixto, por intervenir un miembro de los Dávalos –linaje del que me vengo ocupado desde hace mucho tiempo–, haciéndoles un préstamo que necesitaban con carácter urgente. Posteriormente, dentro de la serie que estamos publicando con el Dr. Montes, nos ocupamos de las barcas y puentes para el cruce hacia y desde Ceutí, aunque muchos siglos antes también se unía con Alguazas a través del puente de Almanzora. Igualmente he hablado de Lorquí en muchas de mis publicaciones.
También sufrió en 1450 la venida del Rey Chico de Granada, que se llevó a los vecinos y destruyó prácticamente el lugar. Con la agravante de que asimismo echó por tierra la memoria histórica, pues destruyó todos los documentos y privilegios de su archivo, y con ellos las escrituras ganadas en Roma tras largo y costoso pleito con los señores Obispo y Cabido de la Iglesia de Cartagena, por la paga de diezmos. Pese a la debacle, en 1468 contaba otra vez con una floreciente aljama compuesta de 35 familias. Cifra importante si la comparamos con las que vivías en los pueblos comarcanos.
En la Edad Media su término jurisdiccional era más amplio de lo que hoy en día conocemos, pues lindaba con Molina, Ricote, Ceutí, Alguaza del Obispo y Archena, cosechándose en él trigo, cebada, panizo, alcandía y arroz. Años más tarde también dieron entrada al cultivo de la morera. En tiempos en que era señoreada por la Orden de Santiago, ésta llevaba anualmente de cada vecino, 24 maravedís, por la suerte de tierras que les donó al venir a avecindarse, incluyéndose en ellos los impuestos llamados cabezaje y asequí. Por cabezaje eran nueve maravedís, y por la suerte 15 maravedís. Más, cada vecino, pagaba asimismo por cada suerte de tierra, dos gallinas, una en san Juan y otra en Navidad. Y satisfacían alfatra, consistente en un celemín de cebada, por cabeza de persona, fuese pequeño o grande.
En tiempos del comendador Juan Cortes (o Cortés), se edificó un molino para el arroz, que se unió a otro ya existente para los cereales. Pero la presencia del comendador era ocasional, y lo que hacía era arrendar todos sus derechos por una cantidad fija, obtenida mediante subasta o pujas. En 1481, dicho arrendamiento le proporcionaba 75.000 maravedís limpios “de polvo y paja”.
En fin, interesante pueblo e interesante historia la del miembro de Lorquí o Cámara del Maestre, de la que prometemos ocuparnos en otras ocasiones.
(30/08/2005). Luis Lisón. Cronista Oficial de Alguazas y Ojós.
Etiquetas: Historia de la comarca
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