Carmen Téllez, superviviente de una catástrofe
En el periódico “La Opinión” aparece hoy un artículo, donde resumo el trabajo que acabo de redactar, sobre una familia que vivió en Alguazas, donde nacieron algunos de sus hijos, y que más tarde se colocaron en RENFE como guardabarreras, siendo destinados a Cieza, y sorprendiéndoles allí la fatalidad de una gran desgracia. Uno de aquellos hijos, Carmen, nacida en nuestro pueblo en 1928, cumple hoy 79 años, y es la única superviviente viva que conocemos de aquella tragedia. Para todos aquellos que no podáis leer el ejemplar del diario, inserto aquí dicho texto:
Este 15 de julio se cumplen 70 años de un terrible accidente que conmocionó a la ciudad de Cieza y a toda la región, al colisionar el tren correo Cartagena – Madrid con un camión militar cargado de bombas para la aviación. Hace apenas dos meses que tuvimos conocimiento del hecho, a través de la petición cursada por una de las supervivientes, a través de un correo electrónico, pues la prensa de la época silenció el suceso por motivos de estrategia militar.
Aquel día, en plena guerra civil, un convoy militar cargado de explosivos cruzaba la citada población en dirección Madrid cuando era ya la medianoche. Uno de los camiones al doblar la esquina del Convento se detuvo en la calle Mesones, y sus ocupantes inquirieron de un viandante la posibilidad de comprar una botella de ron en alguna taberna o bar cercano. El propio vecino acompañó de inmediato a dicho militar, de graduación sargento, al más cercano y conocido, el bar de Isidoro sito en la calle San Sebastián; donde le atendieron rápidamente, puesto que el hombre tenía prisa, tanta, que una vez servida la botella salió sin tomar las vueltas del billete. Una vez dentro del camión, partieron a toda velocidad, para dar alcance a sus compañeros, cosa que jamás conseguirían.
El convoy militar atravesó sin ningún problema el paso a nivel sito en el paraje de Los Prados, en dirección a la Rambla del Judío, pero cuando el vehículo rezagado llegó a dicho punto, Juan Antonio Téllez Salinas, el guardabarreras de turno, había echado ya una de las cadenas y se disponía a colocar la segunda. El camión, en su alocada carrera, cuando se percató del hecho tan solo pudo detenerse sobre las propias vías del ferrocarril. Por las voces que se oyeron, parece ser que los militares intentaron que el ferroviario les abriese paso, pero en la breve discusión no se percataron de que el tren avanzaba hacia ellos, alcanzado al camión y haciendo estallar las bombas que portaba.
La explosión, que se oyó a muchos kilómetros de distancia, fue tan grande que no quedó casi nada de lo que estaba más próximo, la locomotora volcada y diversas casas destruidas, entre ellas la casilla donde habitaba Téllez con su esposa y cuatro hijos dos varones y dos hembras. Asimismo quedó destruida la casa que servía de escuela y otros edificios próximos. La rotura de cristales y demás abarcó un radio de varios kilómetros, afectando incluso al propio casco urbano de Cieza.
Desde las localidades próximas acudieron todos los servicios sanitarios, y otros más alejados también fueron convocados a dicho lugar. La oscuridad de la noche acrecentó la angustia de los heridos y demás supervivientes, y aquello ofrecía un panorama dantesco y estremecedor, según relataron algunas personas que acudieron a prestar ayuda en los primeros momentos. Desconocemos el número exacto de fallecidos, aunque hemos localizado catorce, incluido el propio guardabarreras y los dos hijos varones, quedando gravemente heridas su esposa María Martínez y las dos niñas, María y Carmen. El número total de heridos debió estar cercano a dos centenares, pues a las seis de la mañana ya se contabilizaron 101.
En auxilio de los supervivientes se movilizó un gran despliegue desde los primeros momentos. Ocupaba por entonces la Alcaldía-Presidencia del Ayuntamiento de Cieza, Antonio García Ros, quien dio parte, inmediatamente que tuvo conocimiento del suceso, a Vicente Sarmiento Ruiz, Gobernador Civil de Murcia por el Frente Popular, que precisamente se había posesionado como tal aquella misma tarde. Podemos confirmar la presencia humanitaria del Delegado Gubernativo en Cieza, el Alcalde, el Juez de 1ª Instancia, el Responsable de la policía con fuerzas de la misma, el Sargento del Destacamento de Asalto y fuerzas a su mando, y el Responsable de la Guardia Nacional Republicana de ésta; quienes con la ayuda de los primeros ciudadanos que se personaron y muchos de los viajeros ilesos de dicho tren, se procedió al traslado al Hospital Militar local de los viajeros más gravemente heridos.
A la llegada de estos ya se hallaban en dicho establecimiento, dispuestos a practicar las primeras curas, los médicos de la localidad don Julián Pérez Cano, don Antonio Rancaño e hijo, don Mariano Camacho, don Jesús Fernández, don Vicente Jordán y don Pedro Rabadán, con los practicantes, don Federico Fernández, don Juan Ros, don Antonio Buitrago y José Lucas. Con ellos, las enfermeras María Toledo Medina, Luisa Cánovas, Teresa Babón, Prudencia Cabrera, Salud Cayuela, Augusta Cánovas y Micaela Martínez, y el estudiante de medicina Carmelo Torres, quienes con todo celo practicaron las oportunas curas de urgencia.
Desde otros lugares se personaron de manera espontánea, los cinco médicos titulares de Calasparra, con un farmacéutico y un practicante; el médico de Abarán don Joaquín Martínez Gómez, acompañado de los practicantes José Gómez Tornero y Antonio Tenedor Tornero; el Director del Hospital Militar de Fortuna, don Humberto Sanz, con dos ambulancias, camillas, personal médico y auxiliar; el Director del Hospital Militar de Archena, don Luis Pastor, con dos ambulancias, camillas, material sanitario y dotación correspondiente; y desde Murcia también llegó personal sanitario, que se encargó no solo de prestar auxilios sobre el terreno, sino de evacuar algunos heridos a la capital del Segura, como fue el caso de Carmen, una de las niñas del guardabarreras, trasladada a la clínica del doctor don Ramón Sánchez Parra con diversas heridas de gravedad, quien al día siguiente, 16 de julio, no pudo celebrar el día de su santo y noveno cumpleaños, pero que ahora festeja los 79.
Luis Lisón Hernández
Académico de la Real Academia Alfonso X el Sabio
Cronista Oficial de Alguazas y de Ojós
Imágenes adjuntas:
Carmen Téllez Martínez, en sus años juveniles; y el lugar del suceso, en Cieza (con puntos rojos la antigua carretera, con puntos azules la línea del ferrocarril, y dentro del círculo rojo la casilla del guardabarreras).
Este 15 de julio se cumplen 70 años de un terrible accidente que conmocionó a la ciudad de Cieza y a toda la región, al colisionar el tren correo Cartagena – Madrid con un camión militar cargado de bombas para la aviación. Hace apenas dos meses que tuvimos conocimiento del hecho, a través de la petición cursada por una de las supervivientes, a través de un correo electrónico, pues la prensa de la época silenció el suceso por motivos de estrategia militar.
Aquel día, en plena guerra civil, un convoy militar cargado de explosivos cruzaba la citada población en dirección Madrid cuando era ya la medianoche. Uno de los camiones al doblar la esquina del Convento se detuvo en la calle Mesones, y sus ocupantes inquirieron de un viandante la posibilidad de comprar una botella de ron en alguna taberna o bar cercano. El propio vecino acompañó de inmediato a dicho militar, de graduación sargento, al más cercano y conocido, el bar de Isidoro sito en la calle San Sebastián; donde le atendieron rápidamente, puesto que el hombre tenía prisa, tanta, que una vez servida la botella salió sin tomar las vueltas del billete. Una vez dentro del camión, partieron a toda velocidad, para dar alcance a sus compañeros, cosa que jamás conseguirían.
El convoy militar atravesó sin ningún problema el paso a nivel sito en el paraje de Los Prados, en dirección a la Rambla del Judío, pero cuando el vehículo rezagado llegó a dicho punto, Juan Antonio Téllez Salinas, el guardabarreras de turno, había echado ya una de las cadenas y se disponía a colocar la segunda. El camión, en su alocada carrera, cuando se percató del hecho tan solo pudo detenerse sobre las propias vías del ferrocarril. Por las voces que se oyeron, parece ser que los militares intentaron que el ferroviario les abriese paso, pero en la breve discusión no se percataron de que el tren avanzaba hacia ellos, alcanzado al camión y haciendo estallar las bombas que portaba.
La explosión, que se oyó a muchos kilómetros de distancia, fue tan grande que no quedó casi nada de lo que estaba más próximo, la locomotora volcada y diversas casas destruidas, entre ellas la casilla donde habitaba Téllez con su esposa y cuatro hijos dos varones y dos hembras. Asimismo quedó destruida la casa que servía de escuela y otros edificios próximos. La rotura de cristales y demás abarcó un radio de varios kilómetros, afectando incluso al propio casco urbano de Cieza.
Desde las localidades próximas acudieron todos los servicios sanitarios, y otros más alejados también fueron convocados a dicho lugar. La oscuridad de la noche acrecentó la angustia de los heridos y demás supervivientes, y aquello ofrecía un panorama dantesco y estremecedor, según relataron algunas personas que acudieron a prestar ayuda en los primeros momentos. Desconocemos el número exacto de fallecidos, aunque hemos localizado catorce, incluido el propio guardabarreras y los dos hijos varones, quedando gravemente heridas su esposa María Martínez y las dos niñas, María y Carmen. El número total de heridos debió estar cercano a dos centenares, pues a las seis de la mañana ya se contabilizaron 101.
En auxilio de los supervivientes se movilizó un gran despliegue desde los primeros momentos. Ocupaba por entonces la Alcaldía-Presidencia del Ayuntamiento de Cieza, Antonio García Ros, quien dio parte, inmediatamente que tuvo conocimiento del suceso, a Vicente Sarmiento Ruiz, Gobernador Civil de Murcia por el Frente Popular, que precisamente se había posesionado como tal aquella misma tarde. Podemos confirmar la presencia humanitaria del Delegado Gubernativo en Cieza, el Alcalde, el Juez de 1ª Instancia, el Responsable de la policía con fuerzas de la misma, el Sargento del Destacamento de Asalto y fuerzas a su mando, y el Responsable de la Guardia Nacional Republicana de ésta; quienes con la ayuda de los primeros ciudadanos que se personaron y muchos de los viajeros ilesos de dicho tren, se procedió al traslado al Hospital Militar local de los viajeros más gravemente heridos.
A la llegada de estos ya se hallaban en dicho establecimiento, dispuestos a practicar las primeras curas, los médicos de la localidad don Julián Pérez Cano, don Antonio Rancaño e hijo, don Mariano Camacho, don Jesús Fernández, don Vicente Jordán y don Pedro Rabadán, con los practicantes, don Federico Fernández, don Juan Ros, don Antonio Buitrago y José Lucas. Con ellos, las enfermeras María Toledo Medina, Luisa Cánovas, Teresa Babón, Prudencia Cabrera, Salud Cayuela, Augusta Cánovas y Micaela Martínez, y el estudiante de medicina Carmelo Torres, quienes con todo celo practicaron las oportunas curas de urgencia.
Desde otros lugares se personaron de manera espontánea, los cinco médicos titulares de Calasparra, con un farmacéutico y un practicante; el médico de Abarán don Joaquín Martínez Gómez, acompañado de los practicantes José Gómez Tornero y Antonio Tenedor Tornero; el Director del Hospital Militar de Fortuna, don Humberto Sanz, con dos ambulancias, camillas, personal médico y auxiliar; el Director del Hospital Militar de Archena, don Luis Pastor, con dos ambulancias, camillas, material sanitario y dotación correspondiente; y desde Murcia también llegó personal sanitario, que se encargó no solo de prestar auxilios sobre el terreno, sino de evacuar algunos heridos a la capital del Segura, como fue el caso de Carmen, una de las niñas del guardabarreras, trasladada a la clínica del doctor don Ramón Sánchez Parra con diversas heridas de gravedad, quien al día siguiente, 16 de julio, no pudo celebrar el día de su santo y noveno cumpleaños, pero que ahora festeja los 79.
Luis Lisón Hernández
Académico de la Real Academia Alfonso X el Sabio
Cronista Oficial de Alguazas y de Ojós
Imágenes adjuntas:
Carmen Téllez Martínez, en sus años juveniles; y el lugar del suceso, en Cieza (con puntos rojos la antigua carretera, con puntos azules la línea del ferrocarril, y dentro del círculo rojo la casilla del guardabarreras).
Etiquetas: Alguazas. Noticias, Historia de la comarca
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