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lunes, 26 de octubre de 2009

Romance del Cerezuelo

ROMANCE DEL CEREZUELO
Y LOS CRONISTAS DE ESPAÑA.
Por Apuleyo Soto Pajares

Crónica humorística del XXXV Congreso de la RAECO, celebrado en la Ciudad de Cazorla, Jaén, del 16 al 18 de octubre del Año 2009.

Fue recitada por el autor a su manera ya tradicional, subido en una silla a los postres del almuerzo de clausura ofrecido por el Ayuntamiento y con la asistencia microfónica de los titulares de Teruel y Aranjuez, señores Vidal Muñoz y José Luis Lindo.

I
Cronistas de España unidos,
rostros de grave perfil,
senderistas de la vida
del uno al otro confín,
que nos traen y nos llevan
con tanto gustirrinín…,
voy a dictaros la Crónica
de este findesemaní
con las rimas de un Romance,
que al apoyarse en la i,
resuena como las aguas
del Río Guadalquivir.

Eran las seis de la tarde
del pasado vendredi
cuando con un sol de plomo
yo descendí de Madrid
y subí las pinas rampas
de este “florido pensil”
al que llamaron Cazorla
las gentes de bien vivir
que poblaron sus cantiles
de faunas y floras mil
donde se estrellan las cuernas
del ciervo y el jabalí
y donde inician cien fuentes
su correntío desliz…

Conmigo traía en coche
-campo a través olivil:
Linares, Baeza, Úbeda,
Bailén, Torreperogil…-
a don Enrique Aguinaga,
nuestro Decano infantil.

Con una copa en la mano
y en el pecho un colibrí,
tomamos plaza en la plaza
del Santo Reino jiení
y una bolsa de papel,
repleta de souvenirs:
planos, llaveros, aceite
virgen extra de freir…,
y actas, libros y folletos
todavía sin abrir,
que nos dio una muchachita
con cintura de alhelí.

Después, y a continuación
del machadiano sentir,
nos llovieron como rosas
las palabras de Joaquín,
del Alcalde, de la Vice
y del Crono - cazorlí,
Juan Antonio Bueno Cuadros,
tan templado cuan gentil.

La procesión de regalos
no se hizo esperar, y allí,
a la voz de un Lindo mozo
salieron a relucir
desde sacos de garbanzos
a un castillo arevalí,
frutos propios de la tierra
que se enfrentó al alauí,
con el Santo Rey Fernando
gritando: ¡“Alá, Alá, huid”!
Y Adelantada quedó
la Conquista. ¡Hip, hip, hip!.
Mas la procesión seguía
lenta con el betanzí
Jotaerre de Lendoiro,
que no es granito de anís,
con el fiel Vidal Muñoz,
Manuel de la Peña y…
una ristra interminable
de generosos Cronís.
(Abrevio por no romper
la clara rima en la i
y porque ya mi memoria
no puede dar más de sí):
Feliciano, Alberto, Sole,
el Resalt leganesí,
Ángel Calle, mi Linage,
el Nadal don José Luis,
Juan Jesús, los Canariones,
Lisón, Montblanc, Estarlich
y Juan Palma con su esposa,
Mariángeles Antolín.

A paso pontifical
de Callejón del Toril,
ante el cazorleño Alcalde
la procesión llegó al fin.

Nuevos miembros de RAECO:
Clemente, José Martí,
Ángel Ríos y Jerónimo,
Vicente Vallés y, y…
(se me borra la memoria)
¡Placas a la edad senil,
con Melgares en la lista
sin cansarse de reir!

Ya a la luna de Cazorla
y en el patio del edil,
se nos honra por lo alto
con vino español cañí,
y tras charlar agrupados,
nos marchamos a dormir.

II
Sábado por la mañana.
En el convento monjil
que ahora es Ayuntamiento
de ladrillo andalusí,
ponencias y más ponencias
dictadas en el atril.

Unos aplauden con gusto,
otros duermen o hacen pis,
alguno sale a fumar
y algún otro le da al clic
de las fotos digitales
para conservarlas in.

(Las mujeres, ay, se ausentan
en actitud zascandil
a recorrer la ciudad
blanca del Guadalquivir,
y a la hora del almuerzo
vuelven todas al redil
para estarse con sus hombres
un ratito parlanchín).

Son las cinco de la tarde
y a Bruñel hemos de ir
antes de entrar en Quesada
como las huestes del Cid.

Al bajar del autobús,
un caminito sin fin
nos lleva por los olivos
con las curvas de un reptil.
Sobran olivos, acaso,
y faltan mochuelos, sí,
pues nadie avista a mi Anita,
que sin permiso civil,
rapta membrillos maduros
con su gracia baení
y se los guarda en un bolso
de piel de Ipacaraí.

En la campa de Bruñel,
cuatro piedras sin pulir
y un mosaico a la intemperie
como en un romano film.
Bruñel prometía mucho;
poco más hay que decir.
¡Agua, grita el personal,
con la muy reseca muí!.

Quesada aparece enfrente;
parece un cuadro naíf
con sus casas encaladas
cual palomas de maíz.
El Museo Zabaleta,
de moderno pedigrí,
nos muestra al pintor total
en su nativa matriz,
de paleta azul y crema,
rosa palo y carmesí.
Quesada está con Cazorla
abierta a un mundo feliz.
Son dos hermanas gemelas
o rosas pitiminí
que batallan por la causa
del turismo verde o green.

En la Casa de Cultura
se arma un gran kikiriquí
con los cultos y parlantes
del comando extremeñí
temperados con humor
por Nevado y por Joaquín,
dos encastes ya forjados
en tan repetida lid,
pues la Junta Directiva
torea muy bien así.
¿Es legal o no es legal
la Medalla? ¡Oh, qué sutil
distinción para otras horas
de más claro porvenir!
Al fin se alza Laforet
-correcto, guapo, viril-
y nos propone un Congreso
con un especial matiz:
serán sede las Canarias
y será su leimotiv
el destierro de Unamuno,
compañero de Azorín.
Con este y otros asuntos
de semejante cariz,
votamos a mano alzada
mayoritariamente oui, oui
ya “congelada” la cena
que era fría de por sí.

III
El Domingo levantado
de un otoño al ralentí,
en el que se pinta el sol
su dorado tahalí,
unos van al Cerezuelo,
con la Sierra por fortín;
otros ven las almazaras
del extra-virgen oíl;
otros alargan el sueño
igual que el Guadalquivir
y otros se quedan a estar
tomándose un cafetín.

Yo me siento con Enrique
y su Rosita de abril,
que le está contando a Meli
el cuento de Dick Turpín,
el que robaba a los ricos
lo mismo que el Hood Robín,
y admiro el pasillo honroso
del Callejón del Toril
frente a un bosque de hermosura
elevado al cielo añil.
Mas, para cielo, la misa
en San Francisco… de Asís.
¡Ay, que no oficia mi amigo,
mi amigo Fray Valentín,
el que cogía del brazo
a una moza de postín,
la de Poza de la Sal,
¡qué sal tenía la vip!

Luego de estos santos días
en la Reina jiení,
nos juntamos a almorzar,
y tenemos que partir…

Se calientan los motores
y oigo otra canción: ¡pi, pí…!
San Isicio nos bendiga.
¡Qué lejos queda Madrid!
¡Adiós, montes; adiós, valles;
Adiós, Cazorla; adiós. Fin!

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