ABARÁN, SIEMPRE ABARÁN

Con motivo de maquetar en la imprenta, un nuevo libro que he terminado recientemente, y que trata diversos aspectos de la historia de Ojós, esta mañana estuve una vez más en Abarán, localidad en la que me siento como en mi propio pueblo. Andar por las calles, contemplar sus pintorescas vistas desde diversos ángulos, y recibir el saludo afectuoso de muchas personas que me conocen desde que en 1982 me vinculé con su pasado, me hacen sentirme bien.

He tenido ocasión de saludar a su Alcalde, un antiguo compañero de estudios universitarios, que trabaja incansablemente por sus conciudadanos, y que ha tenido el detalle de obsequiarme con un ejemplar de sobremesa de la bandera concejil, que yo mismo proyectara hace ya bastantes años.

También he aprovechado para pasear por la margen izquierda del río Segura, a través de un camino bien cuidado, escuchando el delicioso cantar de diversas aves, que emprendían el vuelo ante nuestra llegada. Unos pescadores practicaban su deporte favorito, en unas aguas limpias y rumorosas. En el Parque, los árboles en plena floración, estaban blanqueando, como si hubiese nevado, y muchas de sus flores caídas en el suelo daban la misma impresión.

Curiosamente, dos ágiles ardillas han surgido en mi presencia por entre las ramas de los álamos, y curiosas han seguido inquisitivamente mi andar pausado y sereno, y se han dejado fotografiar a muy corta distancia, sin asustarse siquiera con el destello del flash.

Aconsejo a quienes no conozcan este delicioso territorio, que se den una vuelta por Abarán, donde admirarán muchas cosas dignas de contemplación, conocerán la hidalguía y hospitalidad de sus gentes, y probarán sus singulares especialidades gastronómicas. Y no olvide al regresar, llevarse las típicas “picardías”. Seguro que no se marcharán defraudados.