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miércoles, 3 de mayo de 2006

MEMORIA HISTÓRICA

En los últimos tiempos se ha puesto de moda resucitar la memoria histórica que, precisamente, ¡qué casualidad!, empieza a partir del fin de la guerra civil 1936-1939. Para los que nacimos posteriormente a la contienda, y que no queremos saber nada que trate de revisionismo histórico, y menos aún el que trata el tema con carácter partidista interesado, nos está obligando a retomar temas que creíamos sepultados. Y avanzar en las causas que condujeron a los posteriores excesos, no desde el 18 de julio de 1936, sino desde la misma eclosión de la II República, que adopta una bandera falsa como era la del Partido Radical Republicano de don Alejandro Lerroux. Falsa, porque el color morado que creyó ver Lerroux, no era sino el antiguo carmesí desvaído y descolorido por el tiempo. Y elegir por bandera nacional, de todos los españoles, la que era propia de un partido, ya me dirán ustedes.

Guerra que realmente empezó en octubre de 1934, con el levantamiento de los socialistas, comunistas y otras fuerzas de la izquierda, alzados contra el Gobierno de la República. Luego empezaron los asesinatos, los paseos, la quema de edificios religiosos, la incautación de bienes particulares y un largo etcétera, protagonizado por personas con nombres y apellidos.

Tenemos un amplísimo dossier de hechos sucedidos durante todo el periodo republicano, y de individuos que participaron en los mismos a lo largo y ancho de toda la geografía de la región de Murcia, algunos de cuyos sucesos son realmente espeluznantes. Nos vamos a ver obligados a descubrir el tupido velo con que estaban ocultos, para que las generaciones jóvenes no sigan siendo adoctrinadas con lecturas parciales de la historia.

En Alguazas, tenemos entre otros ejemplos de todo lo dicho, el vil asesinato de un paisano, hoy en proceso de beatificación. Se trata del sacerdote jesuita Juan Gómez Hellín, que nació en dicho pueblo el 15 de septiembre de 1899. Era hijo del Maestro de Enseñanza Primaria don José Antonio Gómez Hernández, quien tuvo también aquí a otra hija llamada Josefa, que ejerció de maestra en varios lugares hasta que contrajo matrimonio.

Juan cursó los estudios sacerdotales, entre 1917 y 1930, en los colegios de la Compañía de Jesús de Granada y Barcelona, consiguiendo los grados de Licenciado en Teología y Doctor en Filosofía. Adoptó el nombre de Manuel, fue ordenado presbítero en Barcelona el año 1929, y alternó sus tareas docentes como Profesor y Padre Espiritual en el Colegio de Areneros (Madrid), habiendo publicado numerosos artículos literarios y sermones. Poco después de iniciada la guerra, sin más “méritos”, que ser lo que era, un religioso, fue detenido y encarcelado, siendo asesinado con otras dos personas y arrojados los cadáveres en el kilómetro tres de la carretera de Vicálvaro, el dos de octubre de 1936. También él debe figurar por justicia en la memoria histórica.

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