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lunes, 7 de marzo de 2016

Romería de la bendición de la seda 2016


Un año más se cumplió la tradición, y la simiente del gusano de la seda fue bendecida por los PP. franciscanos de Santa Catalina del Monte, en el atrio de la ermita de San Antonio “el Pobre”.
Un rato antes de las diez de la mañana, del domingo seis de marzo de 2016, llegamos a las instalaciones que la Peña Huertana “La Seda” tiene en el Carril de la Villa, número, 28 de la localidad de Alberca de las Torres.
A esa hora ya llegaban los primeros romeros, acusando el frío de la mañana, y entre ellos, el presidente de la entidad Juan Manuel Piñero Marín, que se había echado por los hombros una típica manta. Ya no la abandonó en casi toda la jornada, que aunque soleada, era gélida a causa del brioso viento que mecía con fuerza árboles y arbustos.
Los cofrades del Cristo del Perdón, encabezados por Pedro Ignacio Beltrán Riquelme, se afanaban en preparar el trono sobre el que iba a desfilar la soberana imagen titular. Sin faltar el tradicional ramo embojado de capullos de seda.
También estaban presentes los estandartes y cofrades de otras hermandades hermanas, y entre ellas, como es de suponer, la de San Antolín.
La salida, prevista para las diez, se fue demorando sin aparente causa alguna, y no sería hasta muy próximas las diez y media, cuando se hizo entrega al “Embajador de la Seda, 2016”, Jesús-Francisco Pacheco Méndez, concejal de Empleo, Turismo y Cultura, del Ayuntamiento de Murcia, de los atributos correspondientes, y de las típicas cajitas conteniendo la preciada simiente, e incluso algunas pequeñas larvas de gusano que ya bullían inquietas buscando los tiernos y frugales brotes de hoja de morera.
Poco después la comitiva se ponía en marcha, dejándose notar una caterva de pequeños romeros de ambos sexos, savia nueva y necesaria para el futuro y porvenir de la Peña.
Por el Carril de la Villa arriba, la comitiva se dirigió hacia el templo parroquial de Nuestra Señora del Rosario, Patrona del pueblo. Y gozosas, con sendos ramos de flores que le iban a ofrendar, las madrinas de la entidad, Soledad Martínez Lomba y María Isabel Orenes.
En la puerta de la iglesia esperaba Puri, la esposa de nuestro amigo Diego Moreno Micol, que como camarera de la Virgen sería quien recogiera los ramos y los depositase sobre el altar del sacrificio.
Consumada la acción, y tras una foto de familia para el recuerdo, salimos a la calle donde había quedado el trono, y ante el que pequeños y mayores ofrecieron algunos bailes típicos, a los sones de la rondalla y coros de la Peña.
Sin más dilaciones, los romeros emprendieron el camino hacia la sierra, hacia donde nos adelantamos algunas personas para esperarlos. Esta vez la espera se hizo un poco larga, pues el “pirotécnico” Antonio Aragón tenía mojada la “pólvora”, y le fallaba el mechero para prenderle fuego.
Ya estaba allí, tempranero y madrugador, el Padre Fray Eugenio Martínez Manjón, Guardián del recoleto convento franciscano de Santa Catalina del Monte, que sería quien oficiaría la misa.
Con él compartimos amena charla durante la larga espera, en la que nos relató sus orígenes en tierras de Zamora, un pueblecito en la sierra muy cerca de Galicia; su traslado con apenas once años a tierras andaluzas, su pertenencia a la Provincia franciscana de Granada, los diversos encargos y cometidos que la congregación le fue señalando, la larga estancia en tierras marroquíes, de la que guarda tan gratos recuerdos, y ahora, su llegada a ese medieval convento de la sierra, acompañado de otras doce personas, una de las cuales anda ya por la longeva edad de 90 años.
Por nuestra parte le contamos antecedentes sobre la ceremonia que iba a protagonizar, y sobre otros hermanos de profesión a los cuales hemos ido conociendo a lo largo de muchos años, y de nuestras investigaciones.
Se estrenaba este año como romero el popular aventurero murciano Antonio Alpañez Serrano (Murcia, 1965), sobrino de Pepe Alpañez Mateos “el Pistolas”, un querido colega de los años del bachillerato. Iba tomando imágenes para un reportaje, que seguro no tardaremos en ver en alguna emisora de televisión, o en charlas de las que acostumbra prodigarnos. Compartiendo tareas con él como fotógrafos, nuestro entrañable Manolo Manzanares, que lleva muchos años haciendo el recorrido y tomado cientos de imágenes, que no sabemos dónde guardará, y José Antonio Martínez Jiménez.
Eran ya las doce y media cumplidas, cuando el trono hizo su entrada en el recinto, siendo colocado en el sitio que ocupa tradicionalmente, a uno de los lados del altar.
Y sin más demora dio comienzo la santa misa, amenizada por la rondalla y coros de la Peña “La Seda”. Y en presencia de un nutrido grupo de romeros, que no bajarían de los doscientos, muchos de ellos, seguro estamos, para deleitarse con el desfile y bailes de los pequeñines.
Al tiempo del ofertorio, una pareja bailó ante el altar, y poco después, el “Embajador de la Seda”, las madrinas de la Peña, y otras personas, depositaron sobre el altar la simiente que iba a ser bendecida.
El Padre Eugenio, desgranó la secular oración, aprobada por la autoridad eclesiástica el 31 de marzo de 1906: «Oh Dios, creador y ordenador de todo, que al crear los animales les conferiste virtud de propagar su propia especie, dígnate bendecir, fomentar y multiplicar con tu piedad, como te lo rogamos, esta simiente del gusano de seda, para que tus santos altares con su producto adornados, y tus fieles brillantes con el mismo, de todo corazón te glorifiquen como dador de todos los bienes. Oh Tú, que con el Unigénito tuyo y el Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».
A continuación dejó caer sobre la simiente, y sobre todos nosotros, unas gotas de agua bendita. Tomó entonces la palabra Francisco Javier Nicolás Fructuoso, El Floristero, que declamó algunas versos de composiciones panochas de Paco “el Niño”, escritas para ocasiones anteriores, pero adaptándolas en algún momento para la celebración de este año.
Prosiguiendo sin más la Santa Misa hasta su terminación. A cuyo fin se bailaron diversos bailes típicos de nuestra tierra, tanto por los pequeños, como por los mayores.
Minutos más tarde, la romería emprendió el camino de regreso a la sede de la Peña huertana, donde llegaron muy cerca de las tres de la tarde. Allí, en sus instalaciones, degustamos un sabroso arroz, y otros alimentos, que las afamadas cocineras de “La Seda” nos habían preparado.
Y hasta el año que viene, si Dios lo permite.
Luis Lisón Hernández
Cronista Oficial de la Peña “La Seda”

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