Mirador de Alguazas

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viernes, 4 de noviembre de 2011

Serenata por sorpresa en Sucina

Hace unos días, concretamente el 21 de octubre, decidí hacer una de mis habituales visitas a alguno de mis amigos de Sucina. En dicha ocasión le correspondió a Teodoro Alcaraz Navarro, por lo que una vez cenado marché a su casa. Al llegar a la puerta no vi luz alguna a través de los cristales, por lo que continué la marcha. Pero apenas avancé tres o cuatro metros, volví hacia atrás, pues no me parecía que a aquella hora estuviesen ya acostados.

Nada más llamar al timbre, una muchacha a la que no conocí, por la oscuridad reinante, me abrió la puerta, y con un gesto significativo me invitó a guardar silencia y pasar al patio. Así lo hice, y cuando tras ladear una cortina accedí a aquel recinto en penumbras, pues estaba alumbrado solamente por unas velas situadas en la repisa de una ventana, me di cuenta que me observaban unas cuarenta personas, situadas junto a las cuatro paredes del patio y, entre ellas, algunos componentes del grupo musical “Siempre falta alguno”, con sus respectivos instrumentos y algún que otro atril.

Casi en susurros me informaron del porqué de aquella situación. Al día siguiente se iba a celebrar el enlace matrimonial –por lo religioso– de Antonio Alcaraz Sánchez, hijo de María Rosario Sánchez Avilés “Rosi” y del citado Teodoro, y como la novia estaba de duelo por el reciente fallecimiento de su abuelo materno, Fulgencio Inglés, habían pensado los amigos el darle una serenata o fiesta por sorpresa; para lo cual, con cualquier pretexto la habían mandado llamar, y estaban esperándola. Unos momentos después apareció Jesús Martínez Gil, padre de Ana Belén, y tras otra corta pero tensa espera, se mostró la muchacha por la puerta del patio, con la cara de sorpresa que es fácil adivinar.

Creo que Ana Belén Martínez Inglés no dejó sin abrazar, ni besar, a ninguno de los que allí habíamos concurrido, mientras los del conjunto tocaron y cantaron una pieza de las habituales en la tuna. A dicha interpretación siguieron varias más, y pronto obligaron a bailar a la feliz pareja, uniéndoseles después varios de los presentes.

Yo no podía permanecer allí mucho tiempo, pues Mari Carmen había quedado sola en casa y al día siguiente teníamos que marchar a San Javier para asistir al congreso del que ya les dí cuenta en ente mismo Blog; por lo que salí de allí sigilosamente por la puerta trasera, cuando tocaban, creo, la cuarta pieza. Pero como casi siempre voy con la máquina a cuestas, y Ana Belén se confiesa seguidora de Mirador de Alguazas, he querido dedicarle esta entrada, y colocar en ella algunas de las imágenes que tomé.

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