La Virgen del Rosario, Patrona de Alguazas
La iglesia parroquial de San Onofre tiene en el ala norte del crucero una capilla dedicada a María Santísima del Rosario, a la que popularmente se denomina la “Virgen del Rosario Aparecida”, cuyas paredes y bóvedas poseen una arquitectura y decoración muy diferente a la de resto de las capillas existentes en dicho templo. Es de estilo barroco y su pequeña cúpula, que se alza sobre pechinas ornadas con rocalla, aparece seccionada en ocho cascos. Según cuenta el especialista José Antonio Melgares, es de planta cuadrada y bóveda semiesférica, con una ornamentación de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque el retablo es de la primera mitad del mismo siglo, “albergando una imagen vestida de igual época y el legendario cuadro de La Aparecida”.
Sobre dicho cuadro se ha escrito mucho y en bastantes ocasiones sin fundamento, pues sus orígenes son bastante inciertos, cosa nada extraña si tenemos en cuenta la destrucción en 1931 del Archivo Municipal de Alguazas, por quienes más obligados estaban a su conservación y custodia, y unos años más tarde la quema en Mula de los protocolos notariales de nuestro pueblo, “para que nadie pudiese demostrar la propiedad de sus tierras y casas”. Si se hubiese conservado dicha documentación, en ella encontraríamos aclaradas, sin duda alguna, muchas de las cosas que ahora son una incógnita para nosotros.
Según el mismo Melgares, la imagen de la Virgen viste túnica blanca cubierta por manto azul, mientras que porta en el brazo izquierdo al Niño, a quien cubre con su propio manto. Sobre la cabeza de la Virgen se adivina una corona. El conjunto se encierra en una especie de mandorla formada de flores que puede ser un rosario. Añadiendo, que es una pintura ingenua que se debe al pincel de un autor popular.
Hasta que Pedro Díaz Cassou escribió en 1896-98 su Extracto de la Historia de Alguazas nadie, que sepamos, se había ocupado de escribir sobre este tema. Tras escuchar en alguna de sus visitas a nuestro pueblo, de boca de algún vecino o tal vez de la del propio Pascual María Massa, lo que la gente contaba de este extraordinario suceso; daría forma al texto que aparece en dicho libro. Faceta que Díaz Cassou cultivó muy bien, y que motivó alguno de sus libros.
Representación de la familia Yepes ante "La Aparecida"
En resumen, don Pedro nos ha trasmitido la leyenda o tradición de que un vecino conocido como el “tío Yepes” encontró cierta tela en una de sus habituales salidas en busca de leña, y una vez regresó a casa lo entregó a su mujer para que viese si le servía para alguna cosa. Cuando la esposa lo lavó, apareció un lienzo pintado con la imagen de una virgen, y al querer raspar a la altura de una de las cejas para eliminar alguna mancha o suciedad, por dicho punto brotó sangre. Acontecimiento milagroso que llevó aparejada la curación de un niño tullido que aquel matrimonio humilde tenía. El cuadro fue llevado entonces a la Iglesia y colocado en una de las capillas, la que tenía por titular a la Virgen del Rosario.
Poco después de la llegada a Alguazas como párroco de don José Antonio Abellán Jiménez (1992-1999), le visité para que me autorizase a investigar en el archivo parroquial, y me dio las mayores facilidades; y en algunas de las conversaciones que tuvimos, se mostró muy interesado en conocer cosas y diversas facetas de la historia de Alguazas. A cuyo fin le proporcioné abundante información, así como copia de todos los artículos que sobre Alguazas había publicado hasta entonces. Información que después me contó había hecho llegar a cierto vecino que estaba redactando un libro. De todo cuanto le conté, lo que más llamó su atención fueron las leyendas sobre las apariciones de San Onofre y del cuadro de la Virgen del Rosario, lo que motivó diversas actuaciones en la Iglesia parroquial; que nuestro querido y añorado José Almagro Serna compusiese un himno dedicado a “La Aparecida”; y que en 1993 el cuadro saliese en romería por nuestras calles.
Sobre la leyenda disponemos de algunos soportes documentales que sin decirnos claramente qué ocurrió y cuándo fue exactamente, sí que nos sirven para dar tintes de verosimilitud a lo que la leyenda nos ha trasmitido. El acontecimiento rebasó los límites del ámbito local y tuvo amplio eco por toda la región, como nos indican algunos de estos ejemplos:
• En junio de 1732 se escribe que son muchas las visitas que recibe Nuestra Señora del Rosario, lo que hace suponer que el suceso ocurrió poco antes.
• Cuatro años después, en Caravaca varias personas encargan que se digan misas a “Nuestra Señora de Alguazas”.
• La devoción hace que se construya el actual órgano, para hacer más solemnes todos los actos y ceremonias.
• En el año 1740 se ordena al mayordomo fabriquero que el caudal que resulta a favor de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, se invierta y gaste en la Capilla, Camarín y Retablo que se ha hecho nuevo para dicha Imagen, respecto de haberse de colocar ésta y no otra en dicho Camarín.
• En 1747 un vecino de Blanca manda que se den dos libras de cera a Nuestra Señora de Alguazas, que estaba debiendo de una promesa.
• En 1750 una vecina de Ricote dona a Nuestra Señora del Rosario de la Iglesia de Alguazas, media fanega de trigo.
• En 1753, visitó la parroquia el Arcediano don Joaquín de Olmeda, estando la Sede vacante, y dispuso que si alguien que falleciere quería ser enterrado en la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, pagase 6 ducados.
• Poco después, en el mismo año, fallece doña Beatriz Bernabé Gironda y Guzmán, quien en su testamento dispone, entre otras cosas, “quiero sea sepultado (mi cuerpo) en la Iglesia Parroquial de esta Villa, y Capilla nueva de nuestra Señora del Rosario de ella”. Y entre sus mandas, deja a “nuestra Señora del Rosario de la Parroquial de esta Villa un guarda pies que tengo de mi uso nuevo de tela de la que llaman gase azul y blanco para que de él puedan hacerle un vestido”; y “asimismo un collar de aljófar y perlas fino de tres bueltas, y unos buelos con encajes finos sin estrenar, y dos ramos con pastas de aduas; y también otro guardapiés de seda antiguo para frontal de su capilla”; a “Don José Piqueras, mi sobrino, hijo de Don Estevan Piqueras y Doña Catalina Navarro, su muger, vecino de esta Villa, un mudado, un paño de afeitar nuevo, un belón, un quadro mediano de nuestra Señora del Rosario”; y también estableció la fundación de una capellanía, con la obligación de haber “de decir annualmente una misa, de forma que se acabe en cada uno de dichos días al amanecer de él para que así los travajadores puedan oírla sin estorvarse, ni hacer falta a sus jornales, y que las trescientas misas que se celebren en cada año las ha de aplicar por mi alma, y las restantes del discurso de él para que toquen a la Colecturía, y devoción del dicho Capellán, y de dichas misas se han de celebrar precisamente en la Capilla de nuestra Señora del Rosario de esta dicha Parroquial, donde dejo dispuesto mi entierro, lo que dispongo, y ordeno, como mejor puedo, y me permite el derecho, que así es mi voluntad, y que se guarde y cumpla como tal inviolablemente”.
• En 1754 un vecino de Abarán dice en su testamento que tiene ofrecido se digan a Nuestra Señora de Alguazas, ocho misas.
Este fervor religioso hacia la Virgen del Rosario “Aparecida” debió mover a los vecinos y Ayuntamiento a nombrarla por “Patrona de Alguazas”, aunque por la susodicha destrucción de nuestro archivo municipal en 1931 no podamos documentar el acuerdo.
Sobre dicho cuadro se ha escrito mucho y en bastantes ocasiones sin fundamento, pues sus orígenes son bastante inciertos, cosa nada extraña si tenemos en cuenta la destrucción en 1931 del Archivo Municipal de Alguazas, por quienes más obligados estaban a su conservación y custodia, y unos años más tarde la quema en Mula de los protocolos notariales de nuestro pueblo, “para que nadie pudiese demostrar la propiedad de sus tierras y casas”. Si se hubiese conservado dicha documentación, en ella encontraríamos aclaradas, sin duda alguna, muchas de las cosas que ahora son una incógnita para nosotros.
Según el mismo Melgares, la imagen de la Virgen viste túnica blanca cubierta por manto azul, mientras que porta en el brazo izquierdo al Niño, a quien cubre con su propio manto. Sobre la cabeza de la Virgen se adivina una corona. El conjunto se encierra en una especie de mandorla formada de flores que puede ser un rosario. Añadiendo, que es una pintura ingenua que se debe al pincel de un autor popular.
Hasta que Pedro Díaz Cassou escribió en 1896-98 su Extracto de la Historia de Alguazas nadie, que sepamos, se había ocupado de escribir sobre este tema. Tras escuchar en alguna de sus visitas a nuestro pueblo, de boca de algún vecino o tal vez de la del propio Pascual María Massa, lo que la gente contaba de este extraordinario suceso; daría forma al texto que aparece en dicho libro. Faceta que Díaz Cassou cultivó muy bien, y que motivó alguno de sus libros.
En resumen, don Pedro nos ha trasmitido la leyenda o tradición de que un vecino conocido como el “tío Yepes” encontró cierta tela en una de sus habituales salidas en busca de leña, y una vez regresó a casa lo entregó a su mujer para que viese si le servía para alguna cosa. Cuando la esposa lo lavó, apareció un lienzo pintado con la imagen de una virgen, y al querer raspar a la altura de una de las cejas para eliminar alguna mancha o suciedad, por dicho punto brotó sangre. Acontecimiento milagroso que llevó aparejada la curación de un niño tullido que aquel matrimonio humilde tenía. El cuadro fue llevado entonces a la Iglesia y colocado en una de las capillas, la que tenía por titular a la Virgen del Rosario.
Poco después de la llegada a Alguazas como párroco de don José Antonio Abellán Jiménez (1992-1999), le visité para que me autorizase a investigar en el archivo parroquial, y me dio las mayores facilidades; y en algunas de las conversaciones que tuvimos, se mostró muy interesado en conocer cosas y diversas facetas de la historia de Alguazas. A cuyo fin le proporcioné abundante información, así como copia de todos los artículos que sobre Alguazas había publicado hasta entonces. Información que después me contó había hecho llegar a cierto vecino que estaba redactando un libro. De todo cuanto le conté, lo que más llamó su atención fueron las leyendas sobre las apariciones de San Onofre y del cuadro de la Virgen del Rosario, lo que motivó diversas actuaciones en la Iglesia parroquial; que nuestro querido y añorado José Almagro Serna compusiese un himno dedicado a “La Aparecida”; y que en 1993 el cuadro saliese en romería por nuestras calles.
Sobre la leyenda disponemos de algunos soportes documentales que sin decirnos claramente qué ocurrió y cuándo fue exactamente, sí que nos sirven para dar tintes de verosimilitud a lo que la leyenda nos ha trasmitido. El acontecimiento rebasó los límites del ámbito local y tuvo amplio eco por toda la región, como nos indican algunos de estos ejemplos:
• En junio de 1732 se escribe que son muchas las visitas que recibe Nuestra Señora del Rosario, lo que hace suponer que el suceso ocurrió poco antes.
• Cuatro años después, en Caravaca varias personas encargan que se digan misas a “Nuestra Señora de Alguazas”.
• La devoción hace que se construya el actual órgano, para hacer más solemnes todos los actos y ceremonias.
• En el año 1740 se ordena al mayordomo fabriquero que el caudal que resulta a favor de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, se invierta y gaste en la Capilla, Camarín y Retablo que se ha hecho nuevo para dicha Imagen, respecto de haberse de colocar ésta y no otra en dicho Camarín.
• En 1747 un vecino de Blanca manda que se den dos libras de cera a Nuestra Señora de Alguazas, que estaba debiendo de una promesa.
• En 1750 una vecina de Ricote dona a Nuestra Señora del Rosario de la Iglesia de Alguazas, media fanega de trigo.
• En 1753, visitó la parroquia el Arcediano don Joaquín de Olmeda, estando la Sede vacante, y dispuso que si alguien que falleciere quería ser enterrado en la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, pagase 6 ducados.
• Poco después, en el mismo año, fallece doña Beatriz Bernabé Gironda y Guzmán, quien en su testamento dispone, entre otras cosas, “quiero sea sepultado (mi cuerpo) en la Iglesia Parroquial de esta Villa, y Capilla nueva de nuestra Señora del Rosario de ella”. Y entre sus mandas, deja a “nuestra Señora del Rosario de la Parroquial de esta Villa un guarda pies que tengo de mi uso nuevo de tela de la que llaman gase azul y blanco para que de él puedan hacerle un vestido”; y “asimismo un collar de aljófar y perlas fino de tres bueltas, y unos buelos con encajes finos sin estrenar, y dos ramos con pastas de aduas; y también otro guardapiés de seda antiguo para frontal de su capilla”; a “Don José Piqueras, mi sobrino, hijo de Don Estevan Piqueras y Doña Catalina Navarro, su muger, vecino de esta Villa, un mudado, un paño de afeitar nuevo, un belón, un quadro mediano de nuestra Señora del Rosario”; y también estableció la fundación de una capellanía, con la obligación de haber “de decir annualmente una misa, de forma que se acabe en cada uno de dichos días al amanecer de él para que así los travajadores puedan oírla sin estorvarse, ni hacer falta a sus jornales, y que las trescientas misas que se celebren en cada año las ha de aplicar por mi alma, y las restantes del discurso de él para que toquen a la Colecturía, y devoción del dicho Capellán, y de dichas misas se han de celebrar precisamente en la Capilla de nuestra Señora del Rosario de esta dicha Parroquial, donde dejo dispuesto mi entierro, lo que dispongo, y ordeno, como mejor puedo, y me permite el derecho, que así es mi voluntad, y que se guarde y cumpla como tal inviolablemente”.
• En 1754 un vecino de Abarán dice en su testamento que tiene ofrecido se digan a Nuestra Señora de Alguazas, ocho misas.
Este fervor religioso hacia la Virgen del Rosario “Aparecida” debió mover a los vecinos y Ayuntamiento a nombrarla por “Patrona de Alguazas”, aunque por la susodicha destrucción de nuestro archivo municipal en 1931 no podamos documentar el acuerdo.
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