Mirador de Alguazas

NOTICIAS de la VEGA MEDIA.
Artículos históricos.
Impresiones personales.
Si le interesa una materia determinada, pulse en la etiqueta situada al final de una entrada, y podrá ver todos las entradas relacionadas.

viernes, 22 de agosto de 2008

PREGÓN DE FIESTAS 2008

PREGÓN DE FIESTAS 2008
Albudeite, jueves, 21 de Agosto

Con la venia del Señor Alcalde, y los respetables miembros del Concejo…

Querido pueblo de Albudeite, albuiteras y albuiteros, amigas y amigos...

Aunque pueda sonar a tópico, es mi deseo, en primer lugar, agradecer a la Corporación, a vuestro Alcalde y a la Comisión de Fiestas el honor que supone compartir con vosotros un momento tan señalado, como es el de pregonar las Fiestas 2008, que esta laboriosa, gentil y hospitalaria Villa, celebra en honor a su Patrona, la Santísima Virgen de los Remedios.

Ha llegado el momento del año en que debe estallar de alegría y romper el monótono curso de los días, los meses y el año; pues supone la ocasión no sólo de honrar a vuestra Patrona, sino de compartir con vuestros mayores e hijos, con vecinos y forasteros, el placer de unos días festivos, merecidamente ganados a pulso con esa laboriosidad que os honra, y os ha dado a conocer no solo en toda la región, sino allende de nuestras tierras.

Volver a este pueblo es siempre un encuentro gratificante. Desde la capital de la región hemos ido ascendiendo por la carretera comarcal, dejando atrás las casas, la huerta, los olivares y almendros. En el momento oportuno nos desviamos a la derecha, y desde la cumbre, dirigimos la vista hacia el frente y quedamos asombrados del panorama que los ojos contemplan a nuestros pies a derecha e izquierda, y al frente hasta los montes lejanos cuyo color azul oscuro se iba confundiendo poco a poco con el mismo azul del cielo, a medida que las sombras de la noche avanzaban por el Oriente.

Los últimos rayos del sol, prestaban al paisaje un encanto que no tenía durante el día, en que aquel implacable y cegador, parecía aplastar la vida de este valle del río Mula y sumir en sueño enervante todo cuanto se mueve bajo él.

En el centro, una mancha oscura, cruza desde Poniente, y serpenteando, cual prehistórico reptil, pasa por delante de nosotros y va a perderse hacia Levante, encajonada entre montes, en busca del río Segura.

Esta mancha oscura de diversas tonalidades verdes, salpicada aquí y allá de puntos blancos, que en algunos lugares confluyen entre sí semejando pequeños rebaños de ovejas, es la hermosa y rica huerta de Albudeite, que parece abrigar en su seno y dormir en los arrulladores susurros de sus vivificantes aguas a múltiples casitas que desde las alturas parecen de juguete.

En el centro de ella, de vez en cuando un destello vivo pone de manifiesto la cinta brillante del río cuyas aguas llevan la vida a sus fértiles riberas.

Entre las márgenes del Barranco de Albudeite y del agostado cauce del Mula, se descubre el bonito pueblo, cuyo caserío nos sugiere la imagen de un belén. Sus casas parecen buscar protección y auxilio al amparo del cerro del castillo, al pie del cual se agrupan y parecen querer saltar unas sobre otras en su afán de acercarse aún más.

Este laborioso pueblo murciano conserva patente y a la vez sutil, cierto espíritu árabe que destila de innumerables rincones y que se pone de manifiesto en múltiples detalles. ¿Quién no ha lanzado una mirada, por ventura, desde los diversos miradores próximos…? ¿Qué diferencia se encuentra entre cualquier poblado morisco y éste, cuando al ponerse el sol, los colores del crepúsculo anaranjado y rosa visten de oro las casas, y sobre un fondo lejano verde-oscuro, montañas y cielo, siluetean los naranjos y limoneros, las palmeras, el barrio del castillo, el río...?

Indudablemente lo más maravilloso que nos encontramos al descender hacia el casco urbano es la feraz e inigualable huerta albuitera. En su suelo inagotable se da todo lo que se pueda soñar en variedad y calidad de frutos y flores.

Hay lugares de verdadero ensueño en los cuales el entrelazarse de la parra con el melocotonero, con el granado, con el naranjo y el limonero... en un ambiente cuyo aire se satura del aroma exquisito del jazmín, nos hace sentir trasladados a los vergeles de la Granada musulmana. El adentrarnos por cualquiera de las sendas hacia la espesura pone en el ánimo la esperanza de lo imprevisto y le prepara de tal modo que, si viésemos aparecer una fugitiva figura envuelta en blancas y flotantes vestiduras, cuyo rostro velado por una suave muselina sólo dejase ver unos ojos muy grandes, suaves y profundos, apasionados, dejándonos adivinar tras aquella, unos dientes marfileños enmarcados en un óvalo color de amapola, no sentiríamos la menor extrañeza y nos apresuraríamos a rendir pleitesía a la hermosa sarracena.

¿Es que acaso nuestra mujer actual, la bella y seductora mujer albuitera, no conserva y perpetúa en sí estos apasionados rasgos, este corazón ardiente, unido a la arisca timidez de la gacela, que la lleva a los mayores sacrificios y secretos dramas de amor...? ¿Qué otra cosa expresan sus ojos tan hermosos, tan grandes, sino el estupor de la sorpresa que le causa su propia belleza...? ¿Quién no adivinó bajo una aparente y glaciar superficie el fuego de un volcán capaz de consumirlo todo...?

Pero es que junto a ello, lo suave y benéfico de unas creencias, de una fe católica, vivida plena y arraigada en lo más profundo de su corazón ha matizado su alma de infinitos tesoros de bondad, ternura, abnegación y un heroico temple ante el trabajo y el sacrificio.

Digna compañera en verdad del hombre sencillo, trabajador incansable, hombre del pueblo, que merced a su laboriosidad paciente y terca ha ido levantando a lo largo de los años un verdadero monumento a sus fatigas y desvelos, de lo cual constituye el mayor ejemplo ese paulatino ganar y transformar en huerta espléndida lo que antes era campo yermo y estéril.

Poco a poco nuevas industrias van jalonando esa muda y progresiva victoria. El pueblo, comparado con el de hace tan solo unas décadas, es la mejor prueba y a la vez el mejor medio del constante marchar hacia adelante.

Deseosos aún de saturarnos de recuerdos que nos hablen de tiempos pasados, hemos vagado por la hermosa huerta, y la búsqueda no nos decepciona. Tras admirar el incomparable vergel que parece abrazar amorosamente el caserío, penetramos en la intimidad de los hogares, donde nos vamos a encontrar muestras de la exquisita y sensible alma femenina, en esos patios interiores que tienen por alfombra múltiples macetas con flores de vivos colores, y por techo la obligada nota que da el verde intenso de la insustituible parra, o la nota aún más suave y delicada del jazminero en flor.

A este encantador Edén, hemos querido llegar hoy, pues conserva como joya preciada y venerada desde hace siglos, el paraguas protector, la luz radiante y la más eficaz intercesora: Nuestra Señora de los Remedios; a quien sus amantes hijas e hijos le programan y ofrecen estas fiestas estivales, que esperan con ilusión y disfrutan con todo merecimiento.

Podría el Pregonero hablar largo y tendido de los orígenes y de la historia de este pueblo; de su precaria existencia desde la época medieval; del valor y coraje de sus Señores y vecinos para emanciparse del poderío muleño, y mantenerse firme e independiente Villa sobre sí. Como historiador que ha dedicado muchos años de su vida recopilando información en diversos archivos locales, regionales o de carácter nacional, no sería difícil mostrar unas pinceladas de tipo histórico. O hablar de su iglesia parroquial y de los tesoros artísticos que en ella se encierran; y de su primacía durante siglos sobre la del vecino pueblo de Campos. Algunos de cuyos aspectos bien conoce mi querido amigo David Casales Casales, diletante historiador local, que ha dirigido su vida profesional por otros derroteros, pero que no debe malgastar sus innatas cualidades para cronista de su pueblo.

Podríamos hablar sí… pero no lo haremos en esta ocasión, pues hemos venido a ensalzar sus fiestas patronales, que forman un conjunto armonioso con los diversos festejos que se celebran en otras épocas del año, algunos de ellos con merecido renombre fuera del término municipal. Sirvan de ejemplo los desfiles procesionales de Semana Santa, que culminan en esa explosión de gloria y alegría que supone el Domingo de Resurrección. Pero al inicio, en la festividad del Domingo de Ramos, se celebra una curiosa solemnidad con la elección de los llamados Alcaldes de Ramos, que se nos antoja una reminiscencia de aquel Rey Pájaro medieval, celebrado con ocasión de la llegada a herbajar a estas tierras, de los ganados trashumantes.

Durante los días venideros, podremos presenciar la ofrenda floral a la Virgen de los Remedios; la encantadora y pintoresca procesión por calles estrechas; degustar las sabrosas paellas; participar, o simplemente presenciar, diversos acontecimientos deportivos; arriesgarse y poner el corazón a más de cien, durante la suelta de vaquillas; triunfar en las carreras de cintas, consiguiendo así el beso de una guapa moza; y como no, extasiarse con el fragor, luminosidad y colorido de los fuegos artificiales.

Todo eso y mucho más para los vecinos y forasteros. Muchos de ellos llegados desde lejanas tierras para la ocasión anhelada todo el año. Estoy seguro de que Albudeite durante estos días hará gala de su tradicional hospitalidad y abrirá los brazos a propios y extraños. Como debe ser, y como ha sido siempre…
* * * * *

Pero es preciso dar paso ya en este lugar que humildemente ocupo, a un ramillete de bellas mujeres, que serán las verdaderas protagonistas, y las que llevarán esos recuerdos en su corazón durante toda la vida–. Por ello, el Pregonero, que debe y quiere ser breve, desea terminar su intervención parodiando al poeta…

ALBUDEITE…
Villa encantadora y encantada
lugar privilegiado y hermoso,
¿quién habrá que no cante tus alabanzas,
ni enumere tus hechizos,
ni proclame tus excelencias,
ni exalte tus virtudes,
ni deje de sentir el ánimo
profundamente conmovido,
a la contemplación deleitosa
de tus prodigios y de tus bellezas?

¿Quién, bajo tu cielo purísimo
que hienden altivas por uno y otro lado
las empinadas crestas
de las cercanas sierras,
y que por otro cobija
la exuberancia deslumbradora de tus paisajes
no se apasiona de ti y te ama…?

La tierra en que reinas, soñadora,
embalsamada está
por el aroma penetrante,
de olor a azahar.

Y ahora, postrado a tus pies
de reina y señora,
os pido que no falte
la sonrisa en estos días,
para que cuantos nos visiten
sepan como nosotros,
que a ti no se te elige
pues tú, ALBUDEITE,
eres “Reina”,
de esencia y de presencia.

Dicho lo cual, con el permiso del Señor Alcalde, ¡¡…que empiecen las fiestas!!

Luis Lisón Hernández
Académico C. de la Real Academia Alfonso X el Sabio.
Cronista Ofiical de Alguazas y de Ojós.

TRADUCTOR