Feliciano Gil Verdú, en una de sus distendidas charlas
con este Cronista.
Esta tarde me llega la desconsoladora noticia de la muerte de uno de
mis mejores amigos, a pesar de la considerable edad que nos separaba. Se trata
de Feliciano Gil Verdú, vecino del Pago de Santo Domingo en la Huerta de Abajo,
en cuya casa he pasado muchas horas de mi vida, pues me sentía en ella como en
la mía propia.
A él pasó íntegro el afecto que tenía a su señora madre, la “tía
Dolores”, como era conocida popularmente, quien sabía de memoria muchas poesías
y obras de teatro de carácter breve, una de las cuales tuve la oportunidad de
publicarle hace ya varias décadas. El mismo afecto que profesé a su esposa,
Pura, a quien por su gran bondad, sencillez y amabilidad, recuerdo aún con
afecto y cariño.
Feliciano era una enciclopedia viviente, no solo de las cosas y
costumbres de la huerta, sino de la historia de Alguazas en los dos últimos
tercios del siglo XX. Su plática, fluida y vehemente, no tenía fin, y cuando
tras horas de conversación tenía que decirle que me marchaba, no encontraba
manera de cortar la narración de alguno de los muchos chascarrillos y sucedidos
de los cuales tenía conocimiento, o había sido protagonista. También era, como
se suele decir coloquialmente “un abogado de secano”, pleno de sapiencia y de
correctas definiciones y sentencias.
Con Feliciano se va algo muy importante para mí, y una parte muy substancial
de mis querencias con Alguazas. Lo visitaba con frecuencia, aunque menos de lo
que hubiese sido mi gusto, y mucho menos de lo que él anhelaba.
Había nacido en Alguazas el 23 de abril de 1923, como cuarto retoño
del matrimonio formado por Feliciano Gil Pineda y María Dolores Verdú Vicente,
y se dedicó a la agricultura, como lo hicieron sus antepasados, en cuya defensa
de la huerta tuvo muy destacadas actuaciones participando en el Heredamiento de
Aguas.
Casó el año 1950 en Las Torres de Cotillas, con la mencionada Purificación
Fernández Martínez, “Pura”, con la
que procreó media docena de hijos, con todos los cuales he mantenido siempre una
relación más familiar que de amistad: Dolores “Loli”, Feliciano, Domingo (que
falleció con solo dos meses de edad), José (Secretario General del Heredamiento de Aguas de Alguazas), Domingo y
María-Purificación Gil Fernández “Mari-Puri”;
a todos los cuales, respectivos cónyuges y demás familia, expreso desde estas líneas
mi más sincera condolencia y afecto.
No puedo dejar de mostrar también mi sentimiento para su fiel
asistenta, Galina, mujer admirable y digna de elogio, que ha sido la persona
que en sus últimos años necesitaba Feliciano.
Sus restos
mortales se velan en el tanatorio de Alguazas, y el funeral y entierro tendrá
lugar (D. m.), mañana viernes, a las siete de la tarde, en la iglesia parroquial
de San Onofre.
Etiquetas: Alguazas. Noticias