La semana pasada, el cronista tuvo la satisfacción de regresar a tierras jiennenses. Esta vez para seguir la ruta del incomparable arquitecto Andrés de Vandelvira, uno de los artífices más destacados del Renacimiento español, y relacionado con Murcia, pues estuvieron trabajando por nuestra tierra sus familiares Juan y Hernando de Vandelvira.
Aprovechamos para nuestro viaje uno de los programados en el apartado de Rutas Culturales, que partió de la Estación de autobuses de Murcia a las 9:30 de la mañana del lunes 25 de abril, en un vehículo de la empresa «La Inmaculada», conducido por Miguel, y que llevaba como guía responsable a Nik, un simpático personaje de origen yugoeslavo, pero afincado en España, que nos hizo pasar unas jornadas muy agradables, pese al malestar casi generalizado a la hora de partir, ya que la ruta elegida –vía Lorca y Baza–, no se correspondía con la más corta y lógica –Hellín, Elche de la Sierra, Siles, La Puerta de Segura–, ya que nuestro destino era la localidad de Villanueva del Arzobispo, una de las cuatro villas que están bajo el patronazgo de Nuestra Señora de la Fuensanta. Lógicamente los mayores disgustados eran los procedentes de Cartagena, Caravaca, Abarán, Yecla y otras localidades alejadas de la capital, que habían tenido que desplazarse a Murcia para tomar el autobús.
Tras gastar 20 minutos en entrar y salir de Lorca (10:20 a 10:40) para recoger a algunos compañeros de viaje, los 52 excursionistas (3 plazas quedaron libres) reanudamos el recorrido, y una vez pasado por Puerto Lumbreras, Vélez Rubio, Cúllar de Baza y Baza, nos adentramos unos kilómetros en dirección a Granada, para recalar en la Venta «El Romeral» a las 10:55. Estuvimos allí unos 30 minutos, para estirar las piernas, reponer fuerzas, visitar su mini-zoo y otras necesidades.
A las 11:25, tras cumplir con la preceptiva «parada técnica», por una estrecha vía de unos 12 kilómetros regresamos a la ruta prevista, enlazando con ella poco antes de llegar al rebosante embalse del Negretín, que cruzamos por la coronación de la presa. Desde allí, pasamos por las localidades de Cuevas del Campo, Pozo Alcón, Huesa, Quesada, Peal de Becerro, Torreperogil y Villacarrillo, arribando a Villanueva del Arzobispo, punto de destino, a las 14:40.
En el Hotel Torres I se negaron a entregarnos las llaves de las respectivas habitaciones hasta que hubiésemos comido, pero el comedor permaneció cerrado para nosotros hasta las tres de la tarde. Sería la primera contrariedad de las muchas que sufrimos en el establecimiento a lo largo de la semana. Afortunadamente, tres de las comidas de mediodía las hicimos en otras de las localidades visitadas. Nuestra mesa del comedor del hotel quedó formada por Mari y Pepe (de Santiago y Zaraiche); Antonia y Pepe (de Las Torres de Cotillas); Mari Paz y Bárbara (ambas de San Antolín); Diego y Juani (de Casillas); Paquita y Juan (de Yecla); y Mari Carmen y Luis (de Murcia).
Aquella tarde, tras descansar un poco, aprovechamos el tiempo libre para hacer un recorrido por algunas de las calles del pueblo, aunque no visitamos algunos de sus lugares de interés (convento de Santa Ana, iglesia parroquial de San Andrés, iglesia de la Vera Cruz, Plaza de Toros y Casa de los Arcos), por lo complejo del terreno, con fuertes y pronunciadas pendientes o escaleras. Tampoco pudimos cumplimentar al Cronistas Oficial de la Villa, a cuyo domicilio de la Avenida de Valencia acudimos.
La «Ruta de los madrugones» –como la definió Nik–, por las dianas antes de las siete de la mañana, desayunos a las 7:30 y partidas a las 8:15; tuvo como objetivo para el día 26 conocer un poco la capital de la provincia, a donde llegamos a las 10:15, tras un largo recorrido por carreteras con muchos tramos en obras y frecuentes desvíos provisionales. Allí nos esperaba Inma, guía local, que nos condujo hasta el recinto de las Baños árabes.
Construidos en el siglo XI, están ubicados en los sótanos del Palacio de Villardompardo. Con sus 450 metros cuadrados de extensión, son probablemente de los más grandes que se pueden visitar en España. Debieron de ser restaurados hacia finales del siglo XII y tras la conquista de la ciudad en 1246 por Fernando III el Santo su uso continuó durante los primeros años de dominio cristiano.
Posteriormente, siglos XIV y XV, desaparece su función como baño y se establecen en sus salas unas tenerías. A finales del Siglo XVI don Fernando de Torres y Portugal, Conde de Villardompardo y Virrey del Perú, edificó su Palacio sobre los Baños, quedando parte de ellos ocultos entre los cimientos y sótanos, permaneciendo de esta forma durante los siglos XVIII y XIX. La restauración no se completó hasta los años 1980-1982.
Desde allí nos trasladamos por la calle Maestra María de Molina, hasta la Plaza de Santa María, donde se ubican los edificios de la Catedral, Ayuntamiento y Palacio episcopal. Tras escuchar unas explicaciones sobre la fachada catedralicia, pasamos a su interior, donde la chica nos fue guiando por las naves, sacristía y capillas.
Acabada la visita al templo, nos dirigimos a pie en un larguísimo y pronunciado descenso por las calles Bernabé Soriano, Virgen de la Capilla y Avenida de Madrid, hasta la calle de la Virgen de la Cabeza, junto al Corte Inglés, donde nos esperaba el autobús para conducirnos al lugar del almuerzo. Este tuvo lugar en el restaurante del «Complejo Jumena», situado a varios kilómetros de Jaén.
Finalizado el almuerzo regresamos a Jaén, donde visitamos el Museo de Arqueología, situado en el Paseo de la Estación y muy cerca del Parque de la Victoria. Sus modernas salas contienen valiosos tesoros y muestras, procedentes de numerosas localidades de la provincia, agradándonos en particular el del yacimiento de Toya, una zona próxima a Peal de Becerro, consistente en una cámara sepulcral, construcción de más de 2.500 años de antigüedad, destinada a ritos funerarios de la realeza, en la que se encontraron, a principios del siglo XX, una gran cantidad de vestigios de importante valor histórico, en la llamada Cámara de Toya.
Tras la visita, aprovechamos el tiempo libre para deambular por las calles cercanas, el Corte Inglés y el citado Parque de la Victoria. Como estaba previsto, a las 18:45 iniciamos el regreso hacia Villanueva del Arzobispo.
El miércoles, 27 de abril, salimos muy temprano del hotel, para dirigirnos a la Sierra de Cazorla, por una estrecha y sinuosa carretera que durante muchos kilómetros iba bordeando el curso alto del río Guadalquivir.
Tras atravesar la presa de coronación y ver la gran cantidad de peces que se remolineaban junto a ella, continuamos viaje rodeando el dilatado embalse del Tranco de Beas (aunque algunas pintadas lo reivindican para Orcera), hasta detenernos en un paraje desde el que, por un sendero, llegamos a un mirador en el que se podían contemplar varios ejemplares de ciervos y alguna ardilla.
Reanudamos la excursión hasta detenernos en el paraje de Coto Ríos, donde se encuentra el Hotel Mirasierra, que ha sido instalado aprovechando el edificio de una antigua venta serrana. Allí descansamos unos minutos para observar el paisaje, tomar café y divisar alguna rapaz planeando sobre las altas cumbres; y proseguimos el viaje hasta el lugar conocido por la Torre del Vinagre, donde existe un Centro de Interpretación, conocido como Centro de Visitantes de la Torre del Vinagre. Sus instalaciones ofrecen una visión general de la naturaleza de estas sierras, contando con las siguientes salas: Sala de Recepción, Información y venta de artículos (librería ecológica, cartografía y mapas, souvenir...); Sala de Interpretación; Sala de Proyección, salón de uso múltiple (conferencias, charlas coloquios...); y Museo de Caza. En la sala correspondiente, presenciamos la proyección de un documental,
Al finalizar nos dirigimos al Jardín Botánico que se encuentra en sus proximidades, el cual contiene la mayoría de las especies leñosas del Parque Natural, dividido en ocho zonas (Plantas culminícolas, Plantas de hoja caduca, Zona de pino laricio, Sotobosque del Bosque Mediterráneo, Zona la Garriga, Zona de plantas rupícolas, Zona de tomillar y Zona de atochares). Lamentablemente, dada su extensión y cantidad de especies que alberca, solo pudimos admirar una pequeña porción del Jardín, orientados por un amable guía de la instalación.
Por la misma ruta de la ida, regresamos al Hotel Torres I para tomar el almuerzo, y poco después, la mayor parte del grupo partió hacia la localidad de Cazorla, capital del Adelantamiento, donde recorrieron diversos lugares de la Villa y muy en particular los restos de la Iglesia de Santa María, construida sobre una enorme plaza que se edificó tapando el cauce del río con una imponente bóveda. Cuyas obras se atribuyen a Andrés de Vandelvira o a su discípulo Alonso Barba, aunque tal vez el primero tan solo fuese autor del proyecto.
Como la tarde amenazaba lluvia, cosa que finalmente se confirmó, y Mari Carmen y yo, –que ya conocíamos Cazorla por haber residido en ella durante tres días con ocasión de un congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales celebrado en octubre de 2009–, nos quedamos en el Hotel para disfrutar de una siesta reparadora, la única en toda la semana.
Densa jornada la que nos ofreció el jueves día 28, con salida, primero, hacia Baeza, ciudad monumental en la que nos esperaba Juanma, para guiarnos por una escogida ruta, que dio comienzo en la Plaza del Pópulo, donde se encuentran la Fuente de los Leones, el edificio de las antiguas carnicerías (hoy sede de los Juzgados), la Casa del Pópulo (sede de la oficina de turismo), la Puerta de Jaén y el Arco de Villar.
Continuamos el recorrido por algunas calles del casco antiguo, visitando la antigua Universidad, luego Instituto de Enseñanza Secundaria, donde se conserva debidamente ambientada el aula donde impartió clases durante algunos años el escritor Antonio Machado. También la iglesia románica de Santa Cruz, edificada en el siglo XIII, cuyo patrimonio fue destruido en julio de 1936, y que sería restaurada hacia 1950.
Frente a ella, en la parte este de la plaza, el Palacio de Javalquinto –cuyo claustro visitamos–, que es un claro ejemplo del gótico flamígero. Luego, subiendo por la calle San Felipe Neri, donde se encuentra la Universidad Internacional de Andalucía «Antonio Machado», llegamos a la Plaza de Santa María, de superficie bastante inclinada, donde está la fuente del mismo nombre, y en la parte más elevada, el imponente edificio de la Catedral y las Casas Consistoriales Altas.
Cuando regresamos a la Plaza del Pópulo, montamos en el llamado «Tren del Renacimiento», que nos condujo por numerosas calles, sin casi poder explicarnos aún cómo podía maniobrar entre aquellas callejuelas estrechas. Desde él, entre otras muchas cosas, pudimos ver la Plaza de Toros y el Paseo de las Murallas o de Antonio Machado.
Vueltos al lugar de origen, montamos en nuestro autobús y nos desplazamos hasta «La Laguna», donde se ha montado el Museo de la Cultura del Olivo, que visitamos durante poco más de una hora, guiados por una azafata de las instalaciones, quien al final ofreció algunas degustaciones de pan y aceite, y nos obsequiaron con una botellita de dicho preciado líquido.
Pasamos de nuevo por Baeza para recoger a Marilín y otra compañera de Caravaca de la Cruz, y continuamos hacia Úbeda para comer, a las 14:15, en el restaurante de la Estación de Autobuses de dicha ciudad.
Tras el almuerzo el autobús nos bajó hasta la calle Prior Monteagudo, muy cerca del Ayuntamiento, donde tras lograr aparcar su turismo, cosa que no era fácil, nos encontramos con Inmaculada, otra guía del mismo nombre que la de Jaén, que nos condujo primero hasta la Plaza Vázquez Molina donde pudimos ver, exteriormente, la Iglesia de Santa María de los Reales Alcázares y lo que fue Cárcel del Obispo, frente a cuyos edificios se encuentra, en un pequeño jardín, un monumento a Andrés de Vandelvira. Próximos al que fue palacio del Marqués de Mancera (ahora propiedad municipal) y al edificio del antiguo Pósito, que actualmente alberga la Comisaría de Policía.
Muy cerca, en la misma plaza, el palacio del Deán Ortega, hoy Parador de Turismo «Condestable Dávalos», cuyo patio interior visitamos. Y casi cerrando la plaza Vázquez de Molina, la Sacra Capilla del Salvador, mandada construir a Andrés de Vandelvira por Francisco de los Cobos, Secretario personal del Emperador Carlos V, para que le sirviese de mausoleo funerario. Visitamos el interior, en fase de restauración, maravillándonos la Capilla Mayor y la Sacristía con una puerta de entrada poco común. Próximo al templo se encuentra el Palacio del citado Francisco de los Cobos, cuyo interior, deshabitado, se encuentra en penoso estado por no haberse alcanzado un acuerdo con los propietarios actuales sobre su restauración y uso.
En el tiempo libre que tuvimos a continuación, Mari Carmen y yo recorrimos diversos lugares, como el Ayuntamiento de la ciudad, el Palacio Vela de los Cobos, el del Conde de Guadiana, la iglesia de San Pedro, y subiendo por la calle Real y otras arribamos hasta la Plaza de Andalucía, donde se encuentra la iglesia de la Trinidad, cuyas paredes y techumbre se encuentran plagadas de matas diversas, desidia que es muy característica en muchos de los edificios visitado en este viaje. Luego, bajando por la calle Rastro, y por una trasversal entre ambas, regresamos a la calle Real, y desde ésta a la próxima esquina de las calles Roque Rojas y Las Parras, donde se encuentra la denominada Sinagoga del Agua, que se abrió al público en febrero del 2010, pero cuyo interior no pudimos visitar por ser mediante visitas guiadas en horas fijas y tras completarse necesariamente el numero de visitantes requerido. Finalizada la visita a Úbeda regresamos a Villanueva del Arzobispo, para cenar y descansar.
Malos pronósticos meteorológicos nos auguraban para el viernes día 28, y efectivamente, fue un día pasado por agua, pero tal circunstancia no nos intimidó en absoluto. A la hora prevista partimos hacia Linares, por la conocida ruta hacia Úbeda, y desde allí por La Yedra, Rus y Canena hasta la ciudad minera, arribando a la Plaza del Ayuntamiento a las 9:30. En ella nos esperaba Elena, que nos guiaría por la ciudad, comenzando por la iglesia de Santa María, cuyas características principales nos explicó don Ramón, el párroco de la misma. Entre otras cosas, destacar el bonito retablo compuesto con numerosos cuadros (24) traídos después de finalizar la guerra de 1936-1939, por un señor de la localidad, procedentes de una ruinosa iglesia sita en un pueblo burgalés, cuyo nombre, al parecer, se desconoce, pues el que facilitó no existe.
Muy cerca de ella, en la misma plaza, visitamos el Museo Raphael, inaugurado el pasado 11 de marzo, y que homenajea además a los artistas Palomo Linares y Carmen Linares. Deambulamos por sus numerosas salas, llenas de objetos y recuerdos de los personajes citados. La fachada del edificio, dice en una lápida, que fue construido para pósito de granos a mediados del siglo XVIII (se terminó en 1757), siendo corregidor don Juan Lucas Zambrana y Dávalos, con apellidos de claro origen murciano. Posteriormente sirvió de cárcel y otros usos.
Nos desplazamos después al antiguo convento de San Juan de Dios, hoy Palacio de Justicia, para observar los detalles de su fachada; y desde allí a la Plaza de toros, tan famosa por la muerte en ella del diestro Manolete. Pisamos la arena del ruedo, donde algunos se fotografiaron en el tendido número 2; pasando posteriormente a visitar la capilla, que la encontramos muy compuesta y arreglada. Después, por el Paseo Virgen de Linarejos, donde estaba colocada la Feria del libro antiguo y de ocasión, llegamos ante una de las antiguas estaciones de ferrocarril de Linares (creo que han sido cinco), la de Madrid, en cuyas dependencias se ubica el Centro de Interpretación de la Minería, que recorrimos con detenimiento.
Terminada esta visita, junto a los Jardines de Santa Margarita tomamos el autobús a las 13:40, que nos condujo hasta la localidad de Bailén. Allí, en el Hostal Restaurante «El Paso», nos sirvieron el almuerzo. Terminada dicha comida fuimos hasta el Paseo de las Palmeras, donde se ha erigido un monumento conmemorativo de la Batalla de Bailén, en la que unos 27.000 españoles mandados por el general Castaños ganaron el 19 de julio de 1808 a los 21.000 franceses, aproximadamente, que estaban al mando del general Dupont.
Como llovía cada vez con mayor intensidad, solo una docena de miembros del grupo nos bajamos del autobús, y casi todos con la única idea de hacer algunas fotografías para el recuerdo. Momentos después salimos en dirección a Iznatoraf, a cuya villa llegamos en medio de una intensa lluvia, viento y frío.
Situada la villa en un cerro que se eleva hasta los 1.030 metros de altura y habitada por unas 1.200 personas, apenas pudimos visitarla por el tiempo desapacible, que doblaba los paraguas y te calaba por todas partes. Personalmente me vi precisado a usar el chubasquero por primera vez en todo el viaje. Nik buscó a Pedro, la persona que nos debía abrir la iglesia parroquial, pero no lo encontró y pudo localizar posteriormente a otro señor, del que desconozco su nombre, que se tituló a sí mismo “cronista oficioso”, quien nos abrió el templo de Nuestra Señora de la Asunción y estuvo muy amable explicando cuantas cosas había en él de interés. Contemplamos imágenes muy bonitas, aunque de pequeño tamaño para poder ser procesionadas en aquellas calles estrechas y empinadas. En la sacristía, que acoge casi un tesoro en ropas y orfebrería religiosa, vimos un Cristo que según la persona referida había aparecido empotrado en una pared, sin la cruz correspondiente, por lo que lo han puesto en una, al parecer con carácter provisional, pues no se ponen de acuerdo en el modelo que dicha cruz debe tener para que guarde cierta concordancia con el Cristo. Dicho Crucificado es una pieza singular, ya que Jesús porta un turbante en su cabeza.
También me pareció de interés la Torre del Reloj, situada en la plaza de la iglesia, que es cuadrangular y exenta por todas partes. Algunas personas se refugiaron de la lluvia y el frío en un bar de la plaza, y otras entraron a un establecimiento para adquirir butifarra con almendras. Desde aquella altura se ven unos dilatados paisajes, pero no pudimos divisarlos por la abundante nubosidad que nos envolvía. Tampoco pudimos ver una ermita, pues, tras acceder al lugar por unas estrechas callejuelas pobladas de macetas, resultó que estaba cerrada.
Resultó curioso el hecho jocoso de que un anciano del lugar, que tenía más de 80 años, estuvo hablando con algunos de nosotros mientras nos habíamos refugiado en uno de los muros del templo esperábamos a que nos abriesen la iglesia, y más tarde quiso ligar a algunas de las mujeres solteras o viudas. Hasta el punto de que vino hacia el autobús, al que quiso subir, y mandándoles besos les decía con gestos que necesitaba una, o dos para quedarse allí con él. Poco después abandonamos Iznatoraf y regresamos a Villanueva del Arzobispo.
A poco de llegar al hotel, recibimos la grata visita de nuestro amigo Antonio Carrasco Sánchez, vecino de Beas de Segura e investigador de temas genealógicos, quien nos invitó a ir a su pueblo para cenar, ver la Villa y asistir a un acto cultural. Pero el mal tiempo y la necesidad de preparar las maletas nos hizo desistir. Antes de despedirnos intercambiamos con Antonio algunos libros, y quedamos en el deseo de poder visitarlo en alguna ocasión próxima, en la citada villa de Beas de Segura.
El día 30, sábado, desayunamos a las 8:30 y desalojamos las habitaciones, pues decían que había que hacerlo antes de las 10, cuando en los demás hoteles los clientes siempre pueden estar hasta las 12. Era una más de las muchas cosas extrañas que en él nos ocurrieron. Por ello, a las 9:30 metimos las maletas en el autobús, y para ocupar un poco el tiempo libre y salvar el percance de no tener un sitio donde estar, el conductor y el guía nos llevaron hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, patrona de las Cuatro Villas (Iznatoraf, Villacarrillo, Sorihuela de Guadalimar y Villanueva del Arzobispo). Es un lugar muy bonito y el santuario lo es también, por dentro y por fuera. En un lugar del complejo está el recinto donde se produjo el hecho milagroso que una lápida relata:
«AÑO 964
ALÍ MENON REY DE IZNATORAF INFORMADO DE
QUE SU MUJER SE INSTRUÍA EN LA LEY DE LOS CRIS-
TIANOS MANDO QUE LE CORTASEN LAS MANOS Y LE SA-
CASEN LOS OJOS EN MONTE. DOLORIDA INVOCÓ A
MARÍA SANTÍSIMA DE LOS CRISTIANOS. SEDIENTA POR FALTA
DE SANGRE ESCUCHÓ UNA FUENTE CERCANA Y AL
TOCAR EL AGUA CON SUS HERIDAS HALLÓ RESTI-
TUIDAS MILAGROSAMENTE MANOS Y OJOS, VIEN-
DO A MARÍA SANTÍSIMA EN LA FUENTE SANTA.
DE LA HISTORIA DEL LICENCIADO
ESCUDERO CAP. IV.» (*)
Próxima al santuario existe una residencia para ancianos, que Mari Carmen y yo visitamos por tener en el centro del complejo un templo o capilla, cuya cúpula destacaba por encima. Tenía en sus jardines numerosos árboles de diversas clases, y entre ellos cantidad de cerezos, con muchos de sus frutos ya maduros. De regreso a Villanueva paramos en la Almazara «Cooperativa San Francisco», donde diversos viajeros pudieron adquirir aceite y otros productos que allí se fabrican y envasan.
Como aún quedaba hora y media de tiempo libre hasta la comida, prevista para la una del mediodía, los viajeros nos desperdigamos por diversas calles de la localidad, e incluso se pudo aprovechar para visitar el mercadillo semanal, donde hubo quien compró hasta macetas. Por mi parte, intenté saludar al Cronista Oficial de la Villa, Manuel López Fernández, pero me dijeron en su casa que asistía a una boda que se celebró a las 12:30. Y aunque el ágape nupcial se celebró en nuestro hotel, nosotros partimos de allí cuando empezaban a llegar algunos de los invitados.
Así que, tras almorzar a las 12:50, a las 13:55 emprendimos el viaje de vuelta a casa, con un tiempo muy variable pues llovió a intervalos a partir de Villacarrillo, y de forma muy acusada cuando atravesábamos la localidad de Quesada, que ya conocía por haber asistido en ella, con anterioridad, a un congreso nacional. La parada técnica y descanso la hicimos de nuevo en la Venta “El Romeral”, a donde llegamos a las 16:00 horas. Descanso de 30 minutos y salimos con dirección a Lorca, donde se apearon los que eran de allí. La llegada a Murcia fue a las 18:55, con tiempo para algunos de enlazar con los autobuses que les llevarían a sus respectivas localidades. Esa tarde la ciudad era una fiesta, por celebrarse poco después la cabalgata del Entierro de la Sardina, pero nosotros, algo cansados ya, preferimos ver el festejo a través de la pantalla de televisión.
Luis Lisón Hernández
Cronista Oficial de Alguazas, Ojós y Sucina.
(*) Se refiere al presbítero licenciado Fernando Alonso Escudero de la Torre, autor del libro Historia de los célebres santvarios del Adelantamiento de Cazorla, y milagrosas imágenes de el Santo Christo de Villa-Carrillo, Virgen de la Fuen-Santa, en Villa-Nueua de el Arçobispo, y nuestra Señora de Tiscar, de la Villa de Quesada; que fue publicado en Madrid, el año 1669, por Bernardo de Villa-Diego; aunque Muñoz y Romero cita una edición de 1665.
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